martes, 30 de noviembre de 2010

Demanda contra British Petroleum por violación de los Derechos de la Naturaleza en el Golfo de México

Rebelión_30/11/2010


“Si quieres cambiar al mundo, cámbiate a ti mismo.”

Mahatma Gandhi




Amigas y Amigos:

Comparto la demanda en contra de la British Petroleum (BP) por violación de los Derechos de la Naturaleza en el Golfo de México, que presentamos ante el Tribunal Constitucional del Ecuador el pasado día viernes 26 de noviembre.

Esta inédita demanda, encabezada por Vandana Shiva y Nnimmo Bassey, Premios Nobel alternativos, puede sorprender a muchos. No es fácil entender que se lo haga en un país que no está directamente afectado por el derrame de al menos cinco millones de barriles de petróleo, luego de que la plataforma Deep Water Horizon de la BP se hundiera el pasado 20 de abril, matando a 11 trabajadores.

Hemos presentado la demanda en Ecuador porque aquí, en su Constitución aprobada en el año 2008, se reconoció que la Naturaleza es sujeto de derechos. Es la única Constitución en el mundo que ha incorporado los Derechos de la Naturaleza.

En el preámbulo de la Constitución se celebra a la Naturaleza, la Pacha Mama, de la que somos parte y que es vital para nuestra existencia. En la Constitución se tiene en la mira la construcción de una nueva forma de convivencia ciudadana, en diversidad y armonía con la Naturaleza, para alcanzar el Buen Vivir o el Sumak Kawsay. En la Constitución se establece, por igual, el respeto integral a su existencia, así como el mantenimiento y regeneración de los ciclos vitales, estructura, funciones y procesos evolutivos de la Naturaleza. En consecuencia con lo anterior se estableció en nuestra carta magna el derecho a la restauración de la Naturaleza independientemente de la obligación que tiene el Estado para con las personas y colectivos que dependan de los sistemas naturales afectados. Y por cierto se abrió la puerta para que cualquier persona, comunidad, pueblo o nacionalidad tenga la facultad de exigir el cumplimiento de los Derechos de la Naturaleza.

Desde esa perspectiva múltiple, reclamando el principio de ciudadanía universal también establecido en la Constitución ecuatoriana, con esta demanda queremos dar un paso efectivo que supere el discurso. Con esta demanda apelamos al principio de la jurisdicción universal, conscientes de que lo sucedido en el Golfo de México no es un simple accidente. Son hechos provocados por la desidia y la irresponsabilidad derivados de la voracidad del capital. Son actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad frente a los cuales no podemos permanecer pasivos.

Si la vigencia de los Derechos Humanos se norma por el principio de la jurisdicción universal, con mayor razón debe regir dicho principio para los Derechos de la Naturaleza, de la Pacha Mama. Siendo la Madre Tierra, la Gaia, una sola, siendo el agua y el aire bienes comunes globales, este principio de la jurisdicción universal tiene validez indiscutible para la vigencia universal de los Derechos de la Naturaleza.

En este marco, no se puede mantener vigente aquellas lógicas jurídicas de origen colonial que introdujeron el concepto de terra nullius, que apuntaló el concepto de colonización y que ahora permite la afectación impune de los mares. Cuestionamos por igual aquel principio que llegó a otorgar personería jurídica a las empresas en un plano similar al de las personas naturales, negándolo a los otros seres vivos.

Esta demanda es un reto para la descolonización del pensamiento jurídico y presenta también un reto cognitivo profundo al reconocer derechos a todos los seres vivos, empezando por la Madre Tierra. Es un llamado a recuperar la racionalidad en la justicia.

Con esta demanda no estamos solicitando una reparación monetaria. Ninguna cifra económica reparará el daño que se ha producido sobre los ciclos naturales del mar y la Naturaleza. Conscientes de que esta es una acción en defensa exclusiva de los derechos de la Pacha Mama y apelando al principio de la jurisdicción universal, demandamos a la BP toda la información sobre lo sucedido. Pedimos se ordene a la BP dejar represado en el subsuelo una cantidad equivalente en crudo a la derramada en el Golfo de México y que se abstenga de seguir explotando petróleo en aguas profundas. Estos son algunos puntos de la demanda, con los que se quiere hacer realidad los Derechos de la Naturaleza.

Inclusive solicitamos que se exhorte al Gobierno de los Estados Unidos para que de manera inmediata se restablezca la moratoria de exploración petrolera en el Golfo de México y que se exhorte a todos los gobiernos y a las Naciones Unidas a incorporar en todas las discusiones que realicen sobre el cambio climático, biodiversidad y desarrollo el reconocimiento de los derechos del mar y de la Naturaleza.

La demanda, en un acto de reafirmación de la condición de “ciudadanía universal”, se presentó sin intermediación legal, tal y como faculta la Constitución del Ecuador que estatuyó como garantía jurisdiccional que no es indispensable el patrocinio de un abogado. El cumplimiento de los Derechos de la Naturaleza nos obliga a pensar en mecanismos novedosos, eficientes, no discriminatorios. De esta manera, tanto en el contenido como la forma, abrimos camino para el cumplimiento los Derechos de la Naturaleza.

Amigas y amigos, no será fácil para muchos de ustedes aceptar estas argumentaciones. Sin embargo, les invito a leer detenidamente esta demanda, a procesarla y debatirla. Y a quienes quieran apoyarla, les solicito ponerse en contacto con Esperanza Martínez , quien fue designada procuradora común por parte de los y las demandantes. En este momento requerimos todo el respaldo posible para que la demanda sea aceptada en el Tribunal Constitucional.

Con un afectuoso saludo,

Alberto Acosta

Quito, Ecuador

Noviembre 26 de 2010

lunes, 29 de noviembre de 2010

Mujeres, violencia y sociedad de consumo

29/11/2010 Por Ricardo Luis Mascheroni

Si la ONU destacó una fecha precisa a la eliminación de la violencia contra las mujeres, es en razón que este problema no es una cuestión menor, sino que anida profundamente en concepciones y creencias arraigadas por siglos. La instauración del día, hizo visible y puso sobre el tapete en una dimensión más amplia, una lacra socialmente aceptada y culturalmente reiterada en la casi clandestinidad, contra la cual, muchas, venían luchando en cierta soledad y falta de comprensión. ¿A qué obedecían estos comportamientos? ¿Cómo o por qué aceptamos, tamañas discriminaciones o violaciones a los más elementales derechos humanos y a la dignidad de las mujeres?

"La mujer es el negro del mundo. La mujer es la esclava de los esclavos" - John Lennon

Haciendo Historia

El 17 de Diciembre de 1999, la Asamblea General de las Naciones Unidas, estableció que el 25 de Noviembre de cada año, se recuerde el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, como forma de sensibilizar a la opinión pública sobre un tema con muchas aristas y de dolorosa actualidad.

No obstante, desde 1981, organizaciones de mujeres evocaban la fecha, en rememoración del brutal asesinato ocurrido en 1960, de las tres hermanas Mirabal, activistas políticas de la República Dominicana, por orden del dictador Rafael Trujillo.

Si la ONU destacó una fecha precisa a la eliminación de la violencia contra las mujeres, es en razón que este problema no es una cuestión menor, sino que anida profundamente en concepciones y creencias arraigadas por siglos.

La instauración del día, hizo visible y puso sobre el tapete en una dimensión más amplia, una lacra socialmente aceptada y culturalmente reiterada en la casi clandestinidad, contra la cual, muchas, venían luchando en cierta soledad y falta de comprensión.

¿A qué obedecían estos comportamientos?

¿Cómo o por qué aceptamos, tamañas discriminaciones o violaciones a los más elementales derechos humanos y a la dignidad de las mujeres?

Sin afirmarlo digo, que tal vez, hayan sido producto de las conductas imperantes por centurias, llevadas adelante mayoritariamente por hombres (sacerdotes y científicos), los que han dejado su impronta en la relación hombres-mujeres.

Desde ese punto de vista, hemos tenido por un lado, un paradigma religioso fálico, de amo y dominador del mundo y por el otro, el científico mecanicista, con una visión fragmentada, mecánica y materialista de las cosas, que todo lo pesaban, medían, controlaban y apropiaban.

Estas corrientes de pensamiento, originadas en las religiones o las ciencias, se trasladaron a la política, la educación, la economía, el arte y en definitiva a todas las áreas de la vida, abarcando toda la cultura y realización humana.

No nos olvidemos que la Tierra, Gaia, la Naturaleza y las mujeres pertenecen al género femenino y que el modelo de civilización predominante a través de la ciencia y la técnica, siguiendo a Francis Bacon, ha querido “subyugar a la naturaleza, presionarla para que nos entregue sus secretos, atarla a nuestro servicio y hacerla nuestra esclava” (1), lo cual no ha sido una excepción para la femeneidad en general.

Partiendo de ese marco de ideas, responsable de muchos de los descalabros sociales y ambientales que debemos padecer, a la mujer le ha tocado la peor parte.

Mediante ese poder, que si bien ha perjudicado a muchos hombres en países empobrecidos, a las mujeres se las ha condenado a la indigencia y las desigualdades más absolutas.

Podemos afirmar que lo que es malo para los hombres, es pésimo para las mujeres.

Violencia vergonzosa

Paralelo a ese esquema de dominación mundial, existe un correlato sexual, constitutivo de que: “La violencia contra la mujer es el resultado de un desequilibrio de poder entre el hombre y la mujer, y que la violencia sirve para mantener dicho desequilibrio” (2).

El que se materializa en la agresión física, el incesto, violación, circuncisión femenina y la explotación financiera, como también en el mal trato sexual, hostigamiento e intimidación en los lugares de trabajo, trata de blancas, prostitución forzada, femenicidio y la presentación degradante en los medios de comunicación.

Por ello, no quiero dejar pasar la oportunidad para remarcar la vergonzosa utilización y exposición de la mujer en los medios de comunicación, en especial, la televisión, que ha hecho del exhibicionismo y la procacidad, una constante aparentemente aceptada, en especial por muchas mujeres.

Esa manipulación, conduce a situaciones abusivas y denigrantes de la condición humana, lo que es multiplicado a niveles nunca vistos en noticieros y programas conventilleros, hoy llamados de chimentos, ante el silencio de muchos.

Esta sociedad de consumo, que basa su ideal de vida, en el tener, en la que todo se compra y se vende, ha adormecido nuestro sentido de alerta y aceptamos como normales las nuevas pautas que prohíjan una cultura del no compromiso y de la prostitución social generalizada.

En forma para nada inocente, han instaurado la idea de que la mujer es un objeto y que como tal es una mercancía, que se pone a disposición de la ley de la oferta y la demanda, en definitiva al mejor postor.

La figura del patriarca mediático, se reproduce a diario y así se habla de las mujeres “de” Tinelli, Fort, Sofovich, etc, con poder de vida y obra sobre las mismas.

Cualquier resistencia o reparo de parte de ellas, es condenado a la aniquilación, mediante la exclusión del programa.

Los nuevos proxenetas, ponen a disposición de los sectores más favorecidos por el sistema, incluidos a los barones de la soja, una legión de estrellitas destinadas a fiestas privadas, presentaciones y agasajos varios.

La realidad, haría ruborizar al guionista, director o protagonistas de la famosa película “Una Propuesta Indecente”.

Como decía George Bernard Shaw: “Toda sociedad que desee basarse en un alto nivel de integridad, debería organizarse de manera tal que haga posible que todos los hombres y todas las mujeres puedan vivir de su trabajo con una razonable comodidad, sin vender sus afectos y sus convicciones”.

Creo que todavía estamos lejos de alcanzar esos objetivos, pese a todos los esfuerzos que se hacen desde distintos lados, por ello hago mío el lamento de Martin Luther King, cuando dice: “tendremos que arrepentirnos en esta generación no tanto de las malas acciones de la gente perversa, sino del pasmoso silencio de la gente buena”.

“No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más preocupa es el silencio de los buenos”

“Los que no matan, ni pegan, ni roban…pero callan, callan el silencio que justifica, o, que a veces nos hace cómplices y, para colmo hasta nos creemos buenos”. www.ecoportal.net

Ricardo Luis Mascheroni - Docente e investigador

Referencias:

1.- ECOLOGÍA: grito de la Tierra , grito de los pobres. Boff, Leonardo, Editorial LUMEN, año 1996.

2.- VIIIº Congreso de las Naciones Unidas sobre la Prevención del Delito y el Tratamiento del Delincuente, La Habana, 1990.

domingo, 28 de noviembre de 2010

IIRSA y los pueblos indígenas aislados y vulnerables
El Puente Billinghurst y la Interoceánica: punto de no retorno para el genocidio y la devastación de la Amazonía

Rebelión_28/11/2010


“Desarrollo” y Amazonía ya no son más que un oxímoron. A medida que avanzan las políticas desarrollistas y neo extractivistas de los gobiernos de la región, avanza la destrucción de la naturaleza y el etnocidio genocida de los pueblos originarios que la habitan. La encrucijada es más acuciante que nunca: o se detiene la penetración capitalista o desparecerán los pueblos indígenas y los bosques. O se detiene la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Sudamericana que alientan de manera decidida el estado brasileño y los demás gobiernos de la región, los bancos multilaterales y las trasnacionales, o la selva y los indios serán imágenes y recuerdos del museo del horror de la violenta conquista de la última frontera interna continental para abrirla al saqueo de sus recursos naturales, el cambio irreversible de su ecosistema y la extinción física de sus culturas.

Brasil se ha convertido en una de las diez mayores economías del mundo y la suya representa más de la mitad de la actividad económica sudamericana. El PIB brasileño corresponde al 55 % del PIB de América del Sur. El nuevo monstruo del capitalismo se ha fijado una meta que coloca a la Amazonía en el centro del escenario mundial, convirtiéndola en el más importante espacio geoestratégico de este aún flamante siglo XXI: abrir la Amazonía a la explotación masiva de sus recursos naturales, completando su dominio territorial y su inexorable marcha hacia el oeste.

El prerrequisito complementario para su cumplimiento era romper el escollo geográfico que las grandes selvas y los grandes ríos representaron históricamente como freno a la penetración del transporte, las máquinas, los mercados y las grandes corporaciones. De allí que la apertura del territorio amazónico y su vinculación física con los puertos de exportación de los dos océanos más importantes de la Tierra, el Atlántico y el Pacífico, y a través de ellos con el resto del mundo globalizado, es el objetivo principal de la llamada Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Sudamericana, más conocida por su sigla IIRSA, que se puso en marcha en agosto del año 2000 en Brasilia. Tan sólo diez años y algunos meses después, la IIRSA está a punto de lograrlo.

Cuando se terminen las obras de construcción del puente Billinghurst sobre el río Madre de Dios, que unirá la ciudad de Puerto Maldonado con el caserío de El Triunfo, ambos en el Departamento de Madre de Dios, en el extremo sudoriental de la República del Perú, y con ello se culmine la construcción del llamado Corredor Vial Interoceánico Sur Perú-Brasil, la historia sudamericana cambiará para siempre.

Ante todo, se habrá logrado cumplir el anhelo imperial de dos siglos de unir los dos océanos por el corazón del continente que sigue siendo el que atesora los más vastos recursos de agua, energía, biodiversidad y tierras del planeta.1 Luego, se concretará lo acordado en secreto cuarenta años atrás entre el entonces presidente norteamericano Richard Nixon y el entonces dictador militar brasileño Emilio Garrastazú Médici, de construir una carretera interoceánica.2 Finalmente, el más vasto plan de recolonización capitalista de Sudamérica, de asalto a sus recursos naturales al servicio de las trasnacionales y el empresariado podrá exhibir una anhelada y primera gran victoria sobre la geografía, la naturaleza y los pueblos, inaugurando por primera vez en la historia una carretera de más de 5000 kilómetros con puentes que aguantan hasta 60 toneladas de peso y que permitirán el flujo permanente de inversiones y mercancías de un océano a otro, y la consecuente apertura irreversible del espacio amazónico al mercado mundial.

La inauguración del puente Billinghurst y de la bioceánica está prevista entre enero y abril de 2011, antes de que se lleven a cabo las elecciones presidenciales en Perú, pautadas para el 10 de abril y donde Alan García, el gran impulsor de las obras del IIRSA en su país, se despide de su segunda gestión. Seguramente al acto de inauguración concurrirán la recién electa presidenta del Brasil, Dilma Rousseff, y el actual presidente de Bolivia, Evo Morales, que acaba de firmar con García una acta para la construcción de un tramo carretero de 80 kilómetros que vincule de manera directa a Bolivia con la interoceánica, que por cientos de kilómetros corre casi paralela a la frontera boliviana. El tramo Nareuda-Extrema-San Lorenzo, acordado por los presidentes, es también parte de los planes del IIRSA.3

¿Qué pasará después que se inaugure el puente colgante más largo del Perú, de 722 metros de longitud? Es importante tratar de poner esta obra en contexto histórico para entender la magnitud de los trágicos impactos que acarreará.

Hasta ahora, la navegación de los ríos era la forma más efectiva de penetración a la selva. Cuando se produjo el fenómeno del auge de la extracción del caucho entre los años 1870 y 1914, la primera incorporación forzosa de la Amazonía continental al mercado mundial, los ríos se convirtieron en la vía de ingreso de miles y miles de personas ajenas a la selva que ocasionaron un genocidio entre los pueblos indígenas que hasta hoy sigue siendo ocultado y silenciado.

Las actuales fronteras entre Brasil, Perú y Bolivia en los territorios atravesados ahora por la interoceánica y su zona de influencia nacen de esta invasión violenta que esclavizó a pueblos enteros para obligarlos a trabajar en la recolección del caucho y que condujo a la desaparición física de muchos de ellos. Algunos se refugiaron monte adentro, en las cabeceras de los ríos donde estos ya no eran navegables, y así pudieron evitar el exterminio. Son los que actualmente conocemos como “pueblos indígenas aislados o pueblos indígenas aislados voluntariamente”.

Un siglo después de esta hecatombe étnica, muchos de esos pueblos que eligieron la libertad al aniquilamiento, fueron forzados a través de misiones religiosas, a salir de su aislamiento y se encuentran en la situación llamada de “contacto inicial” con la sociedad nacional hegemónica de sus países, situación de extrema vulnerabilidad para la supervivencia de su modo de vida y de su cultura, amenazados por la lenta desaparición de la misma, tragedia que se conoce como etnocidio.

La apertura de la interoceánica y la inauguración del puente Billinghurst dejaran en el pasado la historia fluvial de la Amazonía: los ríos ya no serán la única manera de penetrar el territorio y menos un escollo para esa penetración. El primer puente sobre un río mayor de la Amazonía Sur es el símbolo perfecto de esa globalización vigente, y de la escala planetaria de las relaciones económicas, políticas y sociales que ha impuesto en el mundo.

Hoy, una interconexión como la que provocará el puente, por más lejanas o abandonadas desde el punto de vista nacional que parezcan las regiones donde éste influirá, es posible para ese nuevo orden mundial, basado en el desarrollo de fuerzas productivas a escala global y donde, por eso mismo, las agresiones y las amenazas se han vuelto planetarias. El puente, insistimos, es el símbolo perfecto de la IIRSA que es el otro nombre de la globalización en Sudamérica.

Cuando esté disponible para su uso, se calcula que un promedio de 1500 camiones de alto tonelaje pasaran por allí por día. Esto no será sino el impacto más visible que tendrá la interconexión bioceánica en la Amazonía. Detrás de los camiones, vendrán más madereros ilegales, más mineros desesperados por el oro, más colonización desordenada, más narcotraficantes y lo que es peor: vendrán las empresas nacionales y trasnacionales mineras, petroleras y agroexportadoras de la mano de los gobiernos para explotar hasta el último rincón de la selva, ahora abierta ya no por los ríos, sino por los caminos de la IIRSA, como lo prueba este primer corredor interoceánico.

De allí que su inauguración no hará otra cosa que acelerar los procesos de genocidio y etnocidio históricos contra los pueblos indígenas, provocando la desaparición definitiva de los últimos pueblos indígenas aislados de la selva amazónica al ser invadidas sus tierras como consecuencia de la nueva dinámica de agresión que traerá aparejada la carretera; a la vez, las comunidades indígenas y nativas ya establecidas, también sufrirán el mismo despojo: se radicalizará la invasión de sus territorios y ellos se verán forzados o a emigrar a las ciudades para protegerse o resistir esta ofensiva terrorífica.

La situación actual de las comunidades indígenas se caracteriza por los conflictos permanentes por la defensa de sus territorios, ¿qué pasará cuando las empresas ya no tengan barreras para poder ingresar a donde lo deseen, allí donde haya un recurso natural a ser explotado? Como decíamos al principio, si no se detiene la penetración capitalista, los pueblos indígenas desaparecerán, desaparecerán sus comunidades, sus modos de vida, sus costumbres, sus tradiciones, y una vez desaparecidos los pueblos que defendían la selva –porque era esencial para su supervivencia y su cultura-, desaparecerá también la selva misma, quemada, deforestada y arrasada para la ocupación definitiva de su espacio para los negocios agrícolas y ganaderos extensivos –como ya sucede en los estados brasileros de Acre y de Rondonia- y la construcción de nuevas ciudades.

Lamentablemente, con el puente Billinghurst, estamos llegando a un punto de no retorno de la trágica historia sudamericana, especialmente de la Amazonía. La condena a estos planes de penetración y de apertura de las selvas, con el vergonzoso costo humano que esto traerá aparejado, debería ser unánime. Sin embargo, hay que decirlo: por más que el impacto, la agresión y la amenaza sean globales, hoy pocos saben, incluso en la propia América del Sur, lo que está pasando en la Amazonía Sur, y mucho menos lo que puede pasar. Habría que parar el genocidio y el etnocidio, habría que parar la devastación, pero estamos lejos de poder hacerlo. El mundo sensible debería pronunciarse y actuar. Y nosotros, desde acá, movilizarnos. Más que nunca.

Notas:

1 Los Estados Unidos de Norteamérica forzaron a Brasil a declarar en 1866 la libre navegación por el Amazonas. Perú abrió sus ríos dos años después. La libre navegación no sólo propició el comercio, sino la biopiratería, como lo probó Henry Wickham robando 70.000 semillas de caucho en 1876. Con el tiempo, esto hundió a la producción cauchera amazónica.

2 Ver Roberto Ochoa: Nixon y la Interoceánica. La República, Lima, 21 de agosto de 2009

3 Ver Declaración de Ilo, firmada el 19 de octubre de 2010, entre Alan García Pérez y Evo Morales Ayma. Allí se expresa “La decisión de iniciar en el curso del primer semestre del año 2011las gestiones necesarias para el financiamiento y construcción del asfaltado de los 80 kilómetros de la carretera Nareuda – Extrema -San Lorenzo, lo que permitirá vincular a los Departamentos de Pando y Beni en Bolivia con la Región de Madre de Dios y el puerto de Ilo en el Océano Pacífico, constituyéndose en un nuevo eje de interconexión con la carretera interoceánica del Sur”. Ver:http://portal.andina.com.pe/EDPEspeciales/especiales/2010/octubre/DECLARACION_ILO_2010.pdf

sábado, 27 de noviembre de 2010

El decrecimiento como herramienta política estratégica para la transformación social




El decrecimiento puede servir para superar un capitalismo liberal-productivista que pretende virar hacia lo “verde” sin poner en cuestión su lógica injusta e insostenible, así como afrontar el triste futuro que nos depara el cambio climático si no actuamos con decisión. Sin duda, el agravamiento de las crisis con la cuestión ecológica es una bomba de relojería en el corazón del sistema que no puede saldarse con otra vuelta de tuerca basada en los mercados, los beneficios y la explotación por muy “verde” que esto se nos quiera vender. Este modelo no es viable. El concepto del decrecimiento pone en cuestión los grandes fundamentos del productivismo al exponer que no hay crecimiento infinito posible en un planeta finito.

Ante una situación caracterizada por una triple crisis ecológica, económica y socio-política, los movimientos transformadores necesitan nuevas respuestas y caminos de actuación. El decrecimiento aparece como uno de los elementos clave.

El decrecimiento y los movimientos transformadores

Con una izquierda perdida en luchas intestinas pero, sobre todo, desconcertada sobre su campo de acción y el margen para proponer cuestiones innovadoras, el decrecimiento aparece como uno de los elementos clave de futuro y de cambio de discurso. Por su parte, el movimiento verde, en una fase de refundación profunda en el Estado español, tiene una oportunidad para tender puentes teóricos y prácticos hacia otras tradiciones políticas en torno a un término, el decrecimiento, que se nutre de las mismas raíces que la ecología política. (1)

En este momento de la vida de los movimientos transformadores, el decrecimiento entronca a nuestro entender con las palabras del filósofo André Gorz (2): “La libertad sólo se da a través de movimientos sociales que continuamente se redefinen, a través de subversiones. Una izquierda que pierda la relación con la libertad pierde también la propia razón de ser y se cristaliza, a expensas también de sus promotores, en aparato de dominio. (…) Qué cosa sea de izquierda, no puede determinarse de una vez para siempre. Al variar los aparatos de poder y las formas de dominio varían también los objetivos y las formas de los movimientos de liberación que determinan en su contenido la política de izquierda”.

Desde esta perspectiva, una parte de la izquierda anticapitalista y la ecología política han otorgado al decrecimiento un papel de herramienta política de alta validez. De manera efectiva pensamos que puede servir para superar un capitalismo liberal-productivista que pretende virar hacia lo “verde” sin poner en cuestión su lógica injusta e insostenible, así como afrontar el triste futuro que nos depara el cambio climático si no actuamos con decisión. Sin duda, el agravamiento de las crisis con la cuestión ecológica es una bomba de relojería en el corazón del sistema que no puede saldarse con otra vuelta de tuerca basada en los mercados, los beneficios y la explotación por muy “verde” que esto se nos quiera vender. Hay que decir alto y claro que este modelo no es viable.

Básicamente, el concepto del decrecimiento pone en cuestión los grandes fundamentos del productivismo al exponer que no hay crecimiento infinito posible en un planeta finito. Apoyándose en autores de varias procedencias ideológicas como Iván Illich, Nicholas Georgescu-Roegen, Cornelius Castoriadis o el propio Gorz arriba citado (que consideraba el decrecimiento como “un imperativo de supervivencia”), se opone al consenso generalizado según el cual el crecimiento económico es el máximo del bienestar humano y una aspiración compartida política y socialmente. Asimismo, de la mano o a pesar del incremento constante del PIB mundial desde hace 50 años, la huella ecológica de la humanidad –es decir el impacto de nuestras sociedades sobre el medio ambiente– excede hoy en casi un 30% la capacidad de regeneración del planeta. Si todas las personas vivieran como la ciudadanía española se necesitarían tres planetas. Mientras tanto, las injusticias y desigualdades aumentan dejando en la brecha no sólo a los países del Sur sino también al casi 20% de personas que viven debajo del umbral de la pobreza relativa en el Estado español; eso, sin contar el déficit democrático que supone el imposible control de la ciudadanía sobre las cuestiones energéticas y la casi inexistencia de mecanismos de democracia deliberativa y directa.

Es de resaltar que el decrecimiento no es una teoría nueva, ni siquiera una categoría económica bien definida. Al contrario, desde los años 60 y, sobre todo, 70 del pasado siglo se empezaron a revelar voces de pensadores y activistas como los antes indicados que ponían en entredicho la viabilidad ecológica, política y social de un sistema basado en el crecimiento como eje vertebrador, máxime una vez pasados los efectos de los llamados “Treinta Gloriosos”. Probablemente, las lógicas preocupaciones de los movimientos transformadores españoles de los años 70 y 80 dejaron un tanto aparcada la cuestión. Específicamente, en la izquierda era bastante difícil entroncar con un concepto que cuestionaba algunas máximas hasta ese momento inexploradas y que se alejaban de las concepciones de producción y trabajo consolidadas.

Sin embargo, otro tiempo parece haber llegado. Es cierto que pueden discutirse algunas implicaciones que poseen la utilización e idoneidad del término “decrecimiento”.(3) Por un lado, podría ser un término pedagógicamente poco adecuado (aunque con fuerte capacidad de movilización) y, por otro, es cierto que el decrecimiento que se propone afecta fundamentalmente al Norte y lleva aparejado un crecimiento de actividades tales como la agricultura ecológica, las energías renovables, las cooperativas, etc. A pesar de eso, constatamos que en la mayoría de los casos el rechazo al concepto enmascara en realidad un fuerte temor a su contenido subversivo y a la dificultad que entraña la posibilidad de manipularlo (a diferencia de lo ocurrido con el “desarrollo sostenible” el término-obús de decrecimiento posee una mayor dificultad de venta y tergiversación por parte del sistema). Igualmente, un cada vez más importante número de personas y movimientos sociales están empezando a utilizar el decrecimiento no sólo para vivir acorde con sus principios de simplicidad voluntaria, sino también para organizarse, reflexionar y aportar propuestas concretas de cambio. Además, en Francia, Italia o en el Estado español a nivel político el movimiento verde está dando un fuerte impulso a la cuestión y los movimientos de la izquierda anticapitalista trabajan cada vez más sobre el tema oponiendo el decrecimiento sostenible frente a la resignación que supone el caos capitalista y sus crisis endémicas.

El decrecimiento como instrumento político

Sin duda el concepto de decrecimiento, al introducir la finitud del planeta y el lema “vivir mejor con menos”, posee una serie de virtudes innegables y que, desde una perspectiva política, puede aportar elementos centrales para el futuro como:

- Una reconceptualización de aspectos como el desarrollo, el trabajo o la riqueza, y una profundización y rescate de otros como la justicia social, la democracia radical o la ciudadanía. Efectivamente, desde el decrecimiento se trata de redefinir el concepto de riqueza y progreso para alejarlos de la cuestión crematística y las mediciones a través del PIB para centrarse en el ser humano, las relaciones de justicia global y la responsabilidad hacia la biosfera y las generaciones futuras. De manera adyacente, la participación de la ciudadanía y los mecanismos de democracia directa son un eje fundamental, máxime cuando una relocalización de los procesos de producción-consumo y la apuesta por la cercanía requieren igualmente de una relocalización de la política. De esta forma, cobra fuerza un rebrote del sentido más republicano de la implicación del ciudadano/a en las cuestiones comunes así como la huida de los patrones masculinos de poder que siguen instalados en nuestras estructuras por otros más acordes a la hora de la participación en igualdad de condiciones de la mujer. En este sentido, el ecofeminismo es sin duda una pata imprescindible para “repensar el presente y construir futuro” (Herrero, Pascual: 2010). Igualmente, apuesta por una reducción del tiempo de trabajo e incluso por una nueva conceptualización del mismo ateniéndonos a preguntas como ¿Por qué, para qué y cómo producimos y trabajamos?, cuán útil es el resultado de nuestro trabajo para la felicidad individual y colectiva…. Algo que, por cierto, debería dejar paso a un nuevo sindicalismo menos centrado en las reivindicaciones salariales o la defensa de la centralidad del trabajo en la sociedad.

- Propuestas novedosas desde la justicia ambiental y las relaciones Norte-Sur. Éstas tienen que girar en torno a un “modelo de contracción y convergencia” donde “todos los países se marquen un horizonte común: una producción y un consumo material y energético circunscrito a la capacidad de carga de la biósfera y repartido per cápita de manera justa. Eso implica: (1) Un decrecimiento selectivo y justo (o ajuste estructural) de los países en contracción en el Norte como condición necesaria –pero no suficiente– para ayudar de forma solidaria y sostenible al Sur; (2) Una evolución socio-ecológicamente eficiente para los países en convergencia, sin pasar por la casilla del mal-desarrollo occidental pero con un derecho al crecimiento donde sea posible y deseable” (Marcellesi, 2010).

- La apuesta hacia nuevos modelos urbanísticos y energéticos como las ciudades en transición. Se extiende así la idea del “rurbanismo” por el cual la ciudad y el campo deben observarse como un todo que se complementa y se necesita. De la misma manera, se promueve la posibilidad de aumentar la resiliencia de las ciudades y pueblos (4) frente a las amenazas de la cuestión energética y el cambio climático a través de las llamadas entidades en transición. (5)

- El valor de la coherencia entre el comportamiento individual y la acción colectiva. Ya parece que debería empezar a pasar el tiempo por el cual como ciudadanos/as debamos soportar las incoherencias de quienes nos hablan de servicios públicos y redistribución para luego privatizar o utilizar ellos mismos mecanismos de privilegio. El decrecimiento exige una coherencia estrecha en el plano individual y en el colectivo.

- Un puente entre sociedad y espacios de transformación social, y la creación de un nexo estratégico entre partidos y movimientos verdes, anticapitalistas y ecosocialistas. Probablemente haya que romper más de una resistencia6, así como luchar por nuevas formas de trabajar y pensar, aunque eso nos lleve a momentos de gran complejidad y hayamos de partir de una gran atomización de entidades. Pero estamos con Gorz de nuevo cuando expone que: “De los partidos tradicionales de izquierda, programados estructuralmente sobre la razón de Estado, sobre la administración del sistema y la caza de votos, no puede esperarse la renovación sustancial que hoy se necesita. La fundación de una nueva izquierda europea, común y pluralista, democrática y radical, estará precedida, como toda refundación política del pasado, por docenas de asociaciones, clubes políticos y sociétés de pensées que por doquier en Europa son conscientes de la crisis de los partidos tradicionales y de la manera tradicional de hacer política”.

Por lo tanto, ante el modelo capitalista de crecimiento infinito, el decrecimiento propone una alternativa no por sencilla de comprender menos revolucionaria. Frente a la dictadura del PIB, resituemos a la persona en el centro de los debates. Dejemos de perder el tiempo con el “hay que ganarse la vida” y de destruir el medio ambiente y a nosotros/as mismos/as a causa de las “enfermedades del crecimiento”; apostemos por la emancipación personal y colectiva y la conversión ecológica de la economía reduciendo el consumo y produciendo según nuestras necesidades reales; compartamos el trabajo y liberemos tiempo para invertirlo en actividades creadoras de riqueza social y ecológica. En definitiva, optemos por la ciudadanía, la justicia social y ambiental, hoy y mañana, en el Norte y en el Sur. En otras palabras, apostemos por vivir mejor con menos.

En definitiva, el decrecimiento no es algo totalmente nuevo; probablemente, ni siquiera puede caracterizarse como una ideología política per se. Sin embargo, posee la capacidad de dar alternativas a un sistema depredador e injusto, y de crear puentes entre diferentes tradiciones políticas y sociales, lo que lo convierte en una poderosa herramienta política estratégica y una apuesta de cambio social. Ahora es el momento de asumir el reto desde los movimientos sociales y políticos transformadores para darle carta de naturaleza y una concreción incluso programática.www.ecoportal.net

Iñaki Valentín, miembro de Antikapitalistak - Florent Marcellesi, miembro de Berdeak-Los Verdes y de la Coordinadora Verde. Ambos son miembros del grupo de decrecimiento Desazkundea.

Artículo publicado en el número 274 de la revista Viejo Topo.

Notas:

1 Véase Marcellesi, F. (2010): el decrecimiento: ¿una oportunidad para la ecología política?, intervención en el V encuentro de primavera de Científicos por el Medio Ambiente, Pamplona, 17/05/2010, disponible en http://ecopolitica.org/

2 “Adiós, conflicto central” en G. Bosseti (comp.), Sinistra punto zero, Roma, Donzelli, 1993.

3 Véase por ejemplo Naredo, J.M.(2009): “Observaciones sobre la propuesta de Decrecimiento”, en Luces en el laberinto, Madrid, La Catarata, pp. 214-217, disponible en ecopolitica.org

4 En ecología, el término resiliencia se refiere a la capacidad de un sistema para asimilar choques externos y reacomodarse mediante cambios fortalecedores.

5 Véase en España el Movimiento en Transición.

6 Véase Valentín, I. (2009) “Izquierda, verdes y decrecimiento: Tan lejos, tan cerca” en El Viejo Topo, enero de 2009

Referencias:

- Herrero López Y., Pascual Rodríguez M. (2010): “Ecofeminismo, una propuesta para repensar el presente y construir el futuro”, en el boletín ECOS, CIP-Ecosocial, número 10, enero-marzo 2010.

- Marcellesi, Florent (2010): “La cooperación internacional y sostenibilidad. Un replanteamiento a la luz del decrecimiento selectivo y justo”, en El Ecologista

viernes, 26 de noviembre de 2010

La insoportable (y ocultada) impiedad del irracionalismo científico-tecnológico-empresarial

Rebelión_26/11/2010


Pensando en el funcionamiento normal de una central nuclear, ha señalado Eduard Rodríguez Farré [1], sin tener en cuenta posibles y nada inverosímiles accidentes, puede afirmarse, sin ningún género de dudas en su documentada opinión, que el principal riesgo para la salud humana de las centrales, y de la industria nuclear en su globalidad, es el proveniente de la generación de residuos radiactivos, que, como es sabido, es inherente a la propia tecnología nuclear. No hay forma de evitarlos, no desaparecen por magia o encantamiento ni por simple y compulsivo deseo corporativo.

Un reactor nuclear es un sofisticado sistema para calentar agua. Para conseguirlo, se utiliza la fisión nuclear, la división del átomo de uranio 235 que al romperse, al fisionarse en la denominada “desintegración nuclear”, produce una enorme liberación de energía térmica y varias docenas de radionúclidos o radionucleidos (esta última, aunque menos usada, sería noción más correcta [2]) o radioisótopos, término no del todo equivalente, residuales radiactivos [3] que tienen aproximadamente un peso atómico que es mitad del uranio 235. Entre el 40% y el 60% de este último.

Existen, por consiguiente, docenas de productos radiactivos generados que van a permanecer ahí, en las centrales o en algún otro lugar, y en algunos casos durante millares de años. Todo ello representa claramente una hipoteca para el futuro pero es también, aunque suele olvidarse, un punto crítico de contaminación ambiental que se origina alrededor de las centrales y en relación al medio ambiente. Con su difusión por la biosfera y su entrada en los ciclos de las cadenas tróficas, existe obviamente la posibilidad de que pueden llegar hasta los seres humanos.

Todo esto, vale la pena insistir digan lo que digan los apologistas de lo nuclear, en la hipótesis del funcionamiento normal, sin accidentes, de las centrales. Se produce, pues, una generación de elementos radiactivos nuevos con anexa difusión ambiental. ¿Por qué esto último? Porque siempre existen pequeños escapes. Hoy por hoy no hay forma de evitarlos totalmente.

Este sería, señalaba el gran farmacólogo internacionalista nacido en el campo republicano de Argelés-sur-Mer, el primer peligro grave de las centrales. ¿Existe algún otro “agujero negro” en el funcionamiento normal de estas centrales? La respuesta es afirmativa

El segundo punto importante, el segundo “inconveniente” no extraordinario de las centrales, se ubica en que estos diversos tipos de residuos, de núclidos radiactivos, estas toneladas -no estamos hablando de gramos o miligramos- de elementos radiactivos generados en el proceso de fisión para el calentamiento del agua y, recordémoslo otra vez, para la producción de energía eléctrica, estos elementos, decía, que quedan ahí tras el proceso, hay que depositarlos en alguna parte.

Existen para ello actualmente dos procedimientos. Se pueden guardan en las propias centrales esperando encontrar cementerios radiactivos adecuados, objetivo que prácticamente, cuéntese lo que se quiera contar, no se ha logrado hasta la fecha en ningún lugar. Esta primera decisión conlleva que en las centrales, en sus propias instalaciones, haya una piscina, que suele estar a la vista de todos, para que se refrigeren esos elementos.

La segunda posibilidad, el camino seguido por dos potencias núcleo-militares, éste es otro punto más de la conocida y peligrosa conexión de los ciclos militar y civil, consiste en el reprocesamiento de los residuos generados. Esta es la opción que han tomando Francia y Gran Bretaña. Estos dos países europeos tienen, respectivamente, las plantas de reprocesamiento de La Hague, en Normandía, y de Sellafield, en Cumbria. “Sellafield” es el nombre actual de una planta de reprocesamiento inglesa que antes llevaba el nombre de “Windscale”. El cambio de denominación, nada inocente, tiene su explicación y nos remite a otro territorio, al ámbito de los accidentes. El de Windscale se produjo en 1957.

Fue el incendio de uno de los reactores de grafito de la central el que provocó la emisión de acerca de 600 TBq [4] de iodo 131, 45 TBq de cesio 137 y 0,2 TBq de estroncio 90. Las cifras relativamente altas de iodo fueron especialmente preocupantes. Un día después del accidente este elemento fue hallado en la leche de una granja ubicada a unos 15 kilómetros del reactor, con una radiactividad de hasta 50.000 Bq/l. En base a la valoración de dosis recibidas, se estima que hubieron decenas de muertes en el Reino Unido debidas a la radiación que llegó a emitirse tras el accidente. Este dato conjetural, señala Eduard Rodríguez Farré, no pudo ser corroborado epidemiológicamente.

Para una hacerse una idea, proseguía el miembro del CANC, de la importancia de aquel accidente basta pensar en que una nube radiactiva llegó a detectarse en Copenhague. Reconocía el socio fundador de CiMA, de Científicos por el Medio Ambiente que se ignoraba todo “de los efectos que pudo causar”.

La central tiene otra historia añadida.

Las investigaciones sobre ella se iniciaron hace unos tres años. Iñigo Sáenz de Ugarte [5] ha informado con fecha 18 de noviembre, que “con la misma dedicación que el doctor Frankenstein”, los responsables médicos de la central nuclear británica de Sellafield, es decir, de la antigua Windscale, “se sirvieron de los órganos de los trabajadores fallecidos para sus investigaciones durante décadas”. Lo hicieron violando la ley y sin pedir permiso a los familiares de los trabajadores. Desde luego. Lo acaba de certificar una comisión de investigación del Parlamento británico al presentar sus conclusiones.

Órganos y huesos eran extraídos de los cadáveres de los trabajadores fallecidos para ser analizados y descubrir posibles efectos de la radiación. ¿Qué pasaba después con los restos? Eran incinerados y la ceniza era examinada con la intención de hallar restos de plutonio. Los órganos más solicitados, señala Sáenz de Ugarte, eran el corazón, el hígado, los pulmones y la lengua. Para ello, el jefe del equipo médico de Sellafield, ex Windscale, Geoffrey Schofield, fallecido en 1985, contaba con la complicidad del tanatorio del hospital de West Cumberland. ¿Qué complicidad? Chapman, un funcionario del tanatorio, extraía un hueso después de la autopsia y recomponía la pierna utilizando un palo de escoba, señala la comisión en su informe. De otra manera, los familiares hubieran descubierto en el funeral que el cuerpo había sido manipulado. Nunca lo supieron.

Era una práctica habitual y conocida. Chapman ha contado que compraba los palos en una tienda y luego pasaba la factura al hospital. La comisión ha descubierto 65 –¡sesenta y cinco!- casos comprobados de este tráfico ocultado de órganos entre 1961 y 1992. Hay que sumar, según parece, otros doce ocurridos en otros centros.

No se llevará el caso a los tribunales. Los hechos investigados son constitutivos de delito desde 2004, recuerda el periodista de Público. Schofield trabajaba en la más completa impunidad. Y no precisamente en secreto: “sus jefes sabían lo que hacía y gozaba de la colaboración del hospital”. Los forenses le hacían también favores: ordenaron autopsias en casos de muerte natural sin que estuvieran justificadas. Schofield ordenaba que abrieran el cuerpo y le entregaran los órganos. Sin más.

"Enterramos una carcasa", dijo el hijo de un trabajador de la central nuclear que murió con 50 años. Tras su muerte, Schofield se ocupó de que le sacaran todos los órganos principales. En el informe de la autopsia consta: "No hay pruebas de que el hombre falleciera a causa de la radiación".

El ministro de Energía, Chris Huhne, claro está, presentó los resultados en el Parlamento británico y pidió disculpas a las familias de los trabajadores por los procedimientos usados. Y más tarde, a otra cosa, que ya tardea.

El marxismo quizá no haya sido, ni deba ser, un humanismo en sentido estricto. Pero el complejo científico-tecnológico-político-empresarial, no sin más y prima facie la ciencia ni las técnicas y tecnologías asociadas, empieza a ser con total claridad para quien no quiera cegarse, lo es de hecho desde hace décadas, más bien un antihumanismo sin bridas. Por ello, no sólo es bueno recordar ahora aquellas optimistas reflexiones de György Lukács sobre el necesidad del humanismo tras la Segunda Guerra Mundial, sino lo que dijo con precisión y belleza el añorado Edward Said: “El humanismo es la única resistencia, e incluso diría la resistencia final, que tenemos contra las prácticas e injusticias inhumanas que desfiguran la historia humana”.

Ahora, escribía Sacristán en 1979 en nombre de la redacción de mientras tanto [6], nos sentimos un poco menos perplejos, lo que no quería decir más optimistas, respecto de la tarea que habría que proponerse para que “tras esta noche oscura de la crisis de una civilización despuntara una humanidad más justa en una Tierra habitable, en vez de un inmenso rebaño de atontados ruidosos en un estercolero químico, farmacéutico y radiactivo”. La tarea no podía cumplirse con agitada veleidad irracionalista, sino, por el contrario, “teniendo racionalmente sosegada la casa de la izquierda”, y renovando la alianza ochocentista del movimiento obrero con la ciencia.

Puede que los viejos aliados, añadía el autor de Sobre Marx y marxismo, tuvieran dificultades para reconocerse. Los dos habían cambiado mucho. La ciencia, la tecnociencia, proseguía Sacristán, porque desde la sonada declaración de Emil Du Bois Reymond sobre el ignoramus et ignorabimus, sobre el ignoramos e ignoraremos, “llevaba ya asimilado un siglo de autocrítica” y el movimiento obrero, advertía de ello hace ya más de 30 años, “porque los que viven por sus manos son hoy una humanidad de complicada composición y articulación”. Y eso, añadía entre paréntesis, “aunque los científicos y técnicos siervos del estado atómico y los lamentables progresistas de izquierda obnubilados por la pésima tradición de Dietzgen yMaterialismo y Empiriocriticismo no parezcan saber nada de ello”.

Notas:

[1] Eduard Rodríguez Farre y Salvador López Arnal, Casi todo lo que usted desea saber sobre los efectos de la energía nuclear en la salud y el medio ambiente. Barcelona, El Viejo Topo, 2008, pp. 72-73 y p. 189.

[2] Un radionúclido o radionucleido es un núclido radiactivo que se desintegra emitiendo una radiación ionizante. Esa radiación emitida lo transforma en otro núclido o modifica su nivel de energía.

[3] Residuo radiactivo sería, por tanto, todo material sólido, líquido o gaseoso resultante de la actividad nuclear y/o radiactiva que incorpora una fuerte concentración de radionúclidos.

[4] El becquerelio es una unidad coherente de radiactividad del Sistema Internacional (SI) que corresponde a una desintegración nuclear por segundo (dps). La abreviatura es Bq. Esta unidad mide la actividad radiactiva independientemente de la naturaleza de la radiación emitida. Su nombre tiene su origen en el físico francés Antoine Henri Becquerel (1852-1908). De hecho, esta unidad debería ser designada como becquerel. Sustituyó al Curio (Ci) como unidad radiactiva. La medición del efecto biológico producido por las radiaciones es compleja y no se limita a la medición del número de desintegraciones sino que depende también de la naturaleza de la desintegración y del órgano afectado. Dado que el becquerel es una magnitud muy pequeña de actividad, es frecuente el uso de múltiplos del mismo. Así, KBq (kiloBq: mil Bq; 103), MBq (megaBq: millón Bq; 106), GBq (gigaBq: millardo Bq; 109), TBq (teraBq: billón Bq; 1012), PBq (petaBq: billardo Bq; 1015), EBq (exaBq: trillón Bq; 1018), etc.

Eduard Rodríguez Farré añadía en su definición: “Es muy conveniente el uso de estas magnitudes del sistema métrico decimal, dada la confusión que genera el diferente valor del billón, trillón, etc. del idiosincrático sistema de medidas anglosajón (tanto imperial como de EEUU)”.

[5] IÑIGO SÁENZ DE UGARTE, “Una nuclear británica robó los órganos de sus empleados”. Público, 18 de noviembre de 2010, p. 34.

[6] Manuel Sacristán, Pacifismo, ecologismo y política alternativa, Barcelona, Icaria-Público 2009, pp. 48-53.

jueves, 25 de noviembre de 2010

La estrategia de Shell cuando se la acusa de asesinato
Muertos vivos

Radio Mundo Real_25/11/2010


Documentos secretos de la compañía anglo holandesa Shell filtrados a la prensa revelan su estrategia “de manejo de crisis” enseguida de ser acusada por el asesinato del activista nigeriano Ken Saro Wiwa en 1995. Los planes de Shell para influenciar a los medios de comunicación, especialmente a la cadena británica BBC, y dividir a las organizaciones no gubernamentales, acaban de ver la luz.

Los archivos de Shell, difundidos por el diario británico The Guardian describen su estrategia y plan de acción. Fueron acordados por altos ejecutivos en una reunión secreta en la ciudad inglesa de Ascot en enero de 1996. Allí se analizó incluso el retiro de Nigeria y el cambio de nombre de la compañía a “Nueva Shell”, para contrarrestar la “mala publicidad” de ese momento. Los documentos eran altamente confidenciales, hasta ahora.

Ken Saro Wiwa fue uno de los activistas asesinados por la dictadura nigeriana en 1995, fue colgado el 10 de noviembre de ese año. Era un poeta reconocido, fundador en 1990 del Movimiento para la Supervivencia del Pueblo Ogoni, que se creó para protestar contra la contaminación de las petroleras en los territorios de la etnia ogoni en la zona del Delta del Níger.

Los derrames petroleros y la quema de gas en Nigeria, especialmente a manos de Shell, son hasta el día de hoy de las mayores demostraciones de contaminación ambiental a nivel mundial.

Saro-Wiwa encabezó las protestas y fue el portavoz de la resistencia, por lo que fue perseguido y arrestado en varias ocasiones, hasta que el régimen lo condenó a morir en la horca bajo cargos falsos de asesinato, con un proceso legal que no le permitió defenderse.

Shell fue señalada como cómplice de la dictadura nigeriana en el ajusticiamiento y acusada desde varios sectores, con apoyo de organizaciones internacionales. De hecho, con el tiempo, los familiares de los activistas asesinados en 1995 hicieron un juicio contra la empresa, que en junio de 2009 fue forzada a pagar 15,5 millones de dólares de indemnización. Luego, a mediados de 2010, Shell rechazó dar nueva información sobre las fugas petroleras de sus oleoductos en el Delta del Níger.

Según revela The Guardian, los documentos secretos de Shell de 1996 presentan una táctica de “divide y reinarás”, para trabajar con algunos sectores que cuestionaban a la empresa y aislar a otros. Los archivos hablan de “creación de coaliciones, aislamiento de la oposición y cambio del debate”.

Body Shop, Greenpeace y Amigos de la Tierra fueron identificadas por Shell como organizaciones que difícilmente cambiarían de parecer. Para enfrentarlas, la táctica propuesta fue “desafiar los fundamentos sobre los que gestan su campaña contra Shell, para que les sea más difícil poder mantenerlos”. Las organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch fueron consideradas por la petrolera como más fáciles de persuadir. El documento sugiere una relación más cercana con esas entidades.

Con respecto a la prensa, los archivos de 1996 de Shell lamentan de que los medios de comunicación difundieran tanto las posturas de los grupos de presión. Proponen, a cambio, pujar por una cobertura que muestre “la otra versión de los hechos/asuntos”. Shell especifica los medios con los que trabajar. Dice que ya se habían establecido relaciones estables con los diarios británicos Financial Times, Daily Telegraph, Times y The Independent.

Hay una mención especial a la BBC. Uno de los documentos señala que las relaciones con el servicio mundial de esa cadena informativa están “subdesarrolladas”. Por eso Shell establece: “nosotros identificaremos y cultivaremos (la relación con) el staff editorial y la gerencia a través de un programa de contacto”. Y propone “construir el vínculo” con la periodista Hilary Andersson, que se había convertido en la corresponsal de la BBC en Lagos, una de las más importantes ciudades nigerianas.

La lucha de Ken Saro Wiwa parece no terminar. A 15 años de su muerte sigue dando trabajo a Shell. Antes de su asesinato, desde la cárcel, había escrito un alegato de defensa que fue silenciado por la dictadura: “Profundamente convencido de mi inocencia frente a los falsos cargos de los que me acusan, hago un llamamiento al pueblo ogoni, a los pueblos del Delta del Níger y a las minorías oprimidas de Nigeria para que se levanten y luchen pacíficamente por sus derechos. Dios y la historia están de su lado”, decía parte del texto.

Fuente: http://www.radiomundoreal.fm/Muertos-vivos

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Cambio climático. Cómo el dióxido de carbono controla la temperatura de la Tierra.

24/11/2010



El vapor de agua y las nubes son los que más contribuyen al efecto invernadero de la Tierra, pero un nuevo estudio de modelo del clima del océano y la atmósfera muestra que la temperatura del planeta depende, en última instancia, del nivel de dióxido de carbono en la atmósfera.

Un nuevo estudio de modelo del clima del océano y la atmósfera muestra que el dióxido de carbono atmosférico actúa como un termostato que regula la temperatura de la Tierra. Crédito: NASA/GISS/Lilly Del Valle.

El estudio, realizado por Andrew Lacis y sus colegas del Goddard Institute for Space Studies (GISS) de la NASA en Nueva York, examinó la naturaleza del efecto invernadero de la Tierra y clarificó el papel que las nubes y los gases de efecto invernadero juegan en la absorción de la radiación infrarroja saliente. Especialmente, el equipo identificó los gases de efecto invernadero sin condensación —como dióxido de carbono, metano, óxido nitroso, ozono y clorofluorocarbonos— como los que proporcionan el soporte esencial del efecto de gases invernadero terrestres.

Sin gases de efecto invernadero sin condensación, las nubes y el vapor de agua no podrían proporcionar los mecanismos de retroalimentación que amplifican el efecto invernadero. Los resultados del estudio se publicarán el viernes 15 de octubre en Science.

Un estudio paralelo dirigido por el coautor del GISS Gavin Schmidt, que ha sido aceptado para su publicación en el Journal of Geophysical Research, muestra que el dióxido de carbono es responsable de aproximadamente un 20% del efecto invernadero, el vapor de agua y las nubes lo son de un 75%, mientras que los gases menores y los aerosoles lo son del 5% restante. Sin embargo, es el 25% del componente de gas invernadero sin condensación, que incluye el dióxido de carbono, el factor clave que sostiene el efecto invernadero de la Tierra. Explicándolo así, el dióxido de carbono es responsable del 80% de la fuerza de irradiación que sostiene el efecto invernadero de la Tierra.

El experimento de modelización climática descrito en Science era simple en cuanto a diseño y concepto: todos los aerosoles y gases de efecto invernadero sin condensación se pusieron en cero y el modelo climático global se ejecutó hacia el futuro para ver lo que sucedería con el efecto invernadero.

Diversos componentes atmosféricos difieren en su contribución al efecto invernadero, algunos mediante retroalimentaciones y otros mediante forzamientos. Sin el dióxido de carbono y otros gases de invernadero sin condensación, el vapor de agua y las nubes no podrían proporcionar los mecanismos de retroalimentación que amplifican el efecto invernadero.Créditos: NASA/GISS.

Sin el soporte sostenedor los gases de invernadero sin condensación, el efecto invernadero de la Tierra desapareció cuando el vapor de agua se precipitó rápidamente desde la atmósfera, sumergiendo el modelo de la Tierra en un estado bloqueado por el hielo; lo que es una demostración clara de que el vapor de agua, aunque contribuye en un 50% al calentamiento de efecto invernadero global, actúa como un proceso de retroalimentación y, como tal, por sí mismo, no puede mantener el efecto invernadero de la Tierra.

"Nuestra simulación de modelo del clima debería ser vista como un experimento de física atmosférica, ilustrando un problema de causa y efecto que nos permite obtener una comprensión mejor de la mecánica del efecto invernadero de la Tierra y nos permite demostrar la relación directa que existe entre el crecimiento del dióxido de carbono en la atmósfera y el aumento de la temperatura global”, dice Lacis.

El estudio vincula con los registros geológicos en los que los niveles de dióxido de carbono han oscilado entre aproximadamente 180 partes por millón durante las eras glaciales y unas 280 parte por millón en los períodos interglaciares más cálidos. Para proporcionar una perspectiva al incremento de casi 1° C (1,8° F) de la temperatura global en el siglo pasado, se estimó que la diferencia de temperatura media entre los extremos de las eras glaciales y los períodos interglaciares es de solo unos 5° C (9° F).

"Cuando el dióxido de carbono aumenta, más vapor de agua retorna a la atmósfera. Eso es lo que ayudó a fundir los glaciares que cubrieron una vez la Ciudad de Nueva York”", afirmó el coautor David Rind, del Goddard Institute for Space Studies de la NASA. "Hoy nos encontramos en un territorio no cartografiado, conforme el dióxido de carbono se aproxima a las 390 partes por millón en lo que se ha dado en llamar el 'superinterglaciar’”.

"El resultado de fondo es que el dióxido de carbono atmosférico actúa como un termostato que regula la temperatura de la Tierra", dijo Lacis. "El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático ha documentado plenamente el hecho de que la actividad industrial es responsable del rápido incremento de los niveles de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero en la atmósfera. No es sorprendente que el calentamiento global se pueda vincular directamente con el incremento observado del dióxido de carbono y con la actividad industrial humana en general”. www.ecoportal.net

Traducido por Víctor García

Globalizate
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martes, 23 de noviembre de 2010

Cambio climático: lo que está en juego en Cancún

Alai-amlatina_23/11/2010


Del 29 de noviembre al 10 de diciembre sesionará en Cancún la decimosexta Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 16). La crisis climática es grave y lo que hay en juego en el mundo real es mucho.

Pese a esto, los gobiernos más poderosos –que son los más contaminantes y cargan con la mayor deuda climática–, con la colaboración de los anfitriones, decidieron de antemano que Cancún será sólo una parada, donde no habrá fracasos, porque no intentan un nuevo acuerdo global. Esta declaración de unos pocos, funciona como profecía auto-cumplida, ya que las decisiones se toman por consenso. Otra vez, como hicieron en Copenhague, se proponen secuestrar todo esta Convención de Naciones Unidas, para lograr lo que quieren sus trasnacionales, aunque la crisis climática empeore.

Que no haya acuerdo global, vinculante, de reducciones reales de emisiones –no a través de soluciones falsas como mercados de carbono o nuevas tecnologías– facilita que sigan cabalgando en el espurio Entendimiento de Copenhague, que no es parte de Naciones Unidas y cuyos compromisos voluntarios llevarían a un aumento de la temperatura de 3-4 grados en promedio, un escenario de catástrofe premeditada para muchos países del Sur.

Pero sí hay algunos temas –de enorme relevancia por sus nefastas consecuencias– sobre los que la mafia climática quiere lograr acuerdos en Cancún. Los principales son: la privatización del aire, a través de la privatización de facto delos bosques en todo el planeta con los programas REDD+; la creación de un mecanismo financiero que podría significar instaurar una nueva era de Programas de Ajuste Climático (parafraseando los Programas de Ajuste Estructural del FMI y Banco Mundial); y la creación de un Comité de Tecnologías para el cambio climático, tema opaco que puede cobijar la promoción de tecnologías muy dañinas, como cultivos transgénicos, geoingeniería y otras aventuras tecnológicas con fuertes impactos ambientales y sociales, además de funcionar como agencia de protección de patentes de las trasnacionales.

También hay propuestas para incluir suelos y agricultura en mercados de carbono, un nuevo ataque contra la agricultura campesina, esencial para alimentar el mundo y para enfriar el planeta.

Lo más grave en la COP 16 es el intento de mundializar los programas REDD+ (Reducción de emisiones por deforestación y degradación de bosques), que es uno de los mayores asaltos globales a los bienes comunes de comunidades y pueblos indígenas y campesinos. REDD+, como explico en artículos anteriores, es una moneda que con una cara premia a los grandes deforestadores (si dejan en pie un ridículo 10 por ciento de lo que talan) y con la otra, compra comunidades forestales, como pago por servicios ambientales de absorción de carbono en sus bosques. Aunque conserven su título de propiedad, REDD significa una expropiación de los territorios, porque los pueblos ya no pueden decidir sobre ellos. (Ver Ana de Ita, REDD y pueblos indígenas, La Jornada)

Programas de servicios ambientales forestales ya existían en varios países. Hay historia de comunidades despojadas de sus territorios a partir de éstos. Pero los bosques no son aceptados dentro de la Convención de Cambio Climático como válidos para generar certificados de reducción o bonos de carbono, porque es imposible medir con exactitud cuánto CO2 realmente disminuyen.

Lo que se pretende en la COP 16 es que a través de los programas REDD+, se validen globalmente los bosques como generadores de bonos de carbono. Si esto se aprueba, se colocan todos los bosques del mundo como cotos de caza para los especuladores.

Es un banquete para un mercado deprimido por la crisis financiera: lo que se paga a las comunidades es una mínima fracción del valor de reventa de esos derechos de absorción de carbono a otras empresas y especuladores. Las empresas más sucias, las que generan más gases de efecto invernadero, con REDD+ pueden seguir contaminando, justificarse alegando que hay bosques que están absorbiendo sus emisiones, y aumentar sus ganancias con la reventa de bonos.

El problema para este negocio es que los bosques están habitados, en todo el mundo, por comunidades indígenas. Por eso, las empresas, junto a ONG conservacionistas y gobiernos, se han ensañado en vender REDD como beneficio y reconocimiento a las comunidades forestales, cuando en realidad es un despojo a gran escala.

Sin duda, las comunidades indígenas y campesinas tienen un rol fundamental para equilibrar el clima. Justamente por eso no pueden quedar a merced del mercado especulativo de las trasnacionales o de la beneficencia de ONG. Deben ser apoyadas y reconocidas en la integralidad de sus derechos, no en transacciones comerciales ni como cartas en el juego de políticos y ONG. Hablar de REDD sin intervención del mercado o con derechos indígenas, como tratan de maniobrar algunos para justificar su involucramiento, es también una trampa. Si se trata de derechos, no pueden ser programas, ni condicionados a certificación externa ni en mecanismos diseñados para el mercado, como es REDD.

Finalmente, la cereza envenenada del pastel: en REDD+ la medición de carbono se hará con una combinación de tecnología satelital y de infrarrojos, y levantamientos minuciosos en terreno (geopiratería de avanzada). Además de alienarles el territorio, permite vigilar como nunca antes a los indígenas. No sorprende que el gobierno de Chiapas firmara con Arnold Schwarzenegger, gobernador de California, para avanzar programas REDD+ en la Selva Lacandona, donde siguen resistiendo las comunidades zapatistas.

Silvia Ribeiro es investigadora del grupo ETC. - www.etcgroup.org

Fuente: http://alainet.org/active/42410

lunes, 22 de noviembre de 2010

Reseña del libro "Du local au mondial. Alternatives rurales et luttes paysannes" de Angela Barthes y Béatrice Mésini
Capitalismo y soberanía alimentaria

Rebelión_22/11/2010


El libre mercado, pilar del fundamentalismo económico, no sólo agudiza las desigualdades entre los países ricos y pobres, sino que además, destruye a los pequeños productores tanto del Sur como del Norte. El capitalismo se define como un proceso de producción donde la propiedad privada es el núcleo imprescindible. En este sentido, el capital como forma específica de producción –y de relación social– se basa en la constante destrucción del trabajador y de la tierra; ya en el capítulo sobre “la acumulación originaria” del Capital, Marx analizaba la manera cómo los campesinos fueron despojados de su tierras con la finalidad de “hacerlos hombres libres” –en el sentido jurídico del término–, es decir, el mecanismo por el cual los campesinos fueron obligados a un éxodo perpetuo en busca de un trabajo en las ciudades industriales de aquella época como Londres o Manchester.

Efectivamente, ya no vivimos en la Inglaterra del siglo XIX. Sin embargo, la explotación –como elemento específico de esta relación social– sigue vigente. La pobreza como resultado de una dinámica que funciona a través del despojo y de la enajenación es cada vez más evidente. No está por demás mencionar que según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación), en estos últimos decenios, los niveles de hambruna no han dejado de aumentar. La pobreza, la crisis alimentaria y la perversa mercantilización de la naturaleza se encuentran íntimamente ligadas. De ahí que como lo enfatiza el economista y politólogo Takis Fotopoulos, no existirá una verdadera salida sino es fuera de los marcos del actual sistema hegemónico, esto es, fuera del capitalismo.

En otro orden de idea, e l pasado 16 de noviembre de este 2010, en el Parlamento Europeo, se realizó la actividad titulada Quelle place pour les payasans du Monde? en la que participaron algunos de los principales protagonistas de las luchas contemporáneas contra el neoliberalismo. Entre ellos podemos mencionar a Henri Saragih (secretario general de Vía Campesina), a Geneviève Savigny (coordinadora europea de Vía Campesina), a José Bové (euro-diputado) y a Bernard Njonga (presidente de la Asociación ciudadana de defensa de los intereses colectivos-ACDIC de Camerún). De manera general, los panelistas mencionaron que la política agrícola –modelo productivista– que se viene practicando desde la década de los ochenta ha provocado la desaparición del 26% de pequeños productores en Europa. Al respecto, se subrayaron tres puntos cardinales en el combate contra el actual modelo económico: a) una solidaridad entre las luchas del norte y las del sur, b) la lucha frontal contra las multinacionales y c) la constante denuncia contra el sistema.

Sin embargo, la intervención de Bernard Njonga merece ser tratada aparte, pues este líder de origen camerunés destacó cuatro elementos que, en ocasiones son soslayados aún por los militantes de la izquierda europea: 1) la soberanía alimentaria como eje articulador de las luchas; 2) ya que mientras en Europa se debate la cuestión de los apoyos (aunque para ellos éstos sean ínfimos) a los pequeños productores en África y para la mayoría del tercer mundo estos estímulos no existen 3) incluso quien debería de promover dichos estímulos (el Estado), lejos de apoyar a los campesinos, se vuelve su principal hostigador y 4) la presencia del “capitalismo autoritario” chino en África. En ese sentido, Njonga hizo un llamado para rebasar el enfoque de la PAC (Política Agraria Común) puesto que está excesivamente concentrada en el mundo europeo. Cabe hacer mención que en 2013 podría reformarse la PAC, de ahí que 332 organizaciones de 27 países europeos apuestan a una nueva Política Alimentaria y Agrícola común basada en: la alimentación como un derecho humano universal; el respeto del medio ambiente tanto a niveles globales como locales; defensa de la agricultura y de la producción de alimentos; reforzamiento de la producción y consumo de los productos locales, por mencionar algunos de los 12 puntos [2] .

Para entender los intereses, conflictos y tensiones que están atravesando las actuales confrontaciones entre una economía industrial (hegemónica) y una economía campesina-familiar (alternativa), es pertinente leer la obra de Angela Barthes y Béatice Mésini pues estas investigadoras nos presentan un marco histórico y sociológico de las luchas campesinas contemporáneas. Para ellas, la tensión dialéctica entre lo local y lo mundial muestra nítidamente la fuerza de las movilizaciones por el acceso a la tierra, es decir, la necesidad de una re-apropiación de la existencia en el medio rural (p. 13). A través del uso de testimonios y relatos como herramientas para el análisis, las autoras rastrean el papel de la memoria en la configuración de las identidades de los actores sociales e individuales. El libro se divide en tres capítulos donde se aborda el proceso en el que la agricultura se articuló al mercado mundial provocando una gran disminución en el poder de compra de los campesinos en Europa.

El primer capítulo, Alternatives rurales en France 1970-2007, analiza el fenómeno de migración hacia el campo (néoruralisme) que se dio en la década de los setenta. La generación post-68, cansada de los valores que le imponía una sociedad de consumo y fatigada del estilo pequeño burgués, decidió llevar a la práctica formas alternativas al modelo de vida tanto de los países capitalistas como el de las burocracias soviéticas con la finalidad de mostrar la falta de sentido en ambos modelos (p. 20). Así, entre 1968 y 1978 se crean diversas comunidades libertarias en el hexágono francés donde las ideas de Vaneighem, Marcuse, Watts, Reich, Illich, entre otros, están presentes.

En esta sección destaca el análisis del concepto de oasis, iniciado por Pierre Rabhi en 1995, como una crítica espiritual y ecológica al modelo hegemónico, en ese sentido, no es fortuito que el “decrecimiento sustentable” forme parte de su locus. Por otra parte, la noción de campesino como “forma de vida” es fundamental para entender la continuidad de las prácticas alternativas en el medio rural pues elementos como autonomía, autogestión, autarquía, solidaridad y convivialidad siguen participando dentro de su imaginario. Para ejemplificar la reapropiación de los medios de existencia las autoras dan cuenta de la importancia de las asociaciones como Deux Mains sur la Terre, Habitat Terre et Partage, Habitat Racine yLe Pré aux Yourtes en la continuidad de las luchas anti-capitalistas.

El segundo capítulo, Du local, au mundial, confluence des luttes rurales, está centrado en las contra-cumbres y en los diferentes foros locales realizados en diversas partes del mundo. Destaca, indudablemente, el “affaire” Millau de 1999 donde un grupo de militantes desmontó un restaurante de comida rápida (Mc Donald) en señal de protesta contra las represalias de la OMC [3] . Dicho acontecimiento muestra tres procesos articulados en el movimiento francés: a) La presencia de la tradición y de la memoria como elemento de lucha pues no debe omitirse que la Confederación Campesina creada en 1987 tiene influencia de Lanza de Vasto –pacifista– y de Bernard Lambert [4] ––, b) la afirmación y articulación de luchas a escalas locales y globales y c) la tensión entre lo legal y lo legítimo. Con la finalidad de entender este último punto, la tensión entre legalidad y legitimidad las autoras analizan el derecho a gozar de un medio ambiente sano.

El 15 de marzo de 1999 un grupo de militantes decidió poner fin a un incinerador el cual quemaba sin filtro y contaminaba en medias espectaculares. Dentro de los 14 militantes, 5 fueron llevados en chirona. Indudablemente, dicha sanción desató un malestar en asociaciones, confederación y movimientos sociales. A través de algunos relatos de los interlocutores que participaron en el juicio (Simon Charbonneau, José Bové, Jean-Baptiste Eyraud, Gilles Lemaire, Gérard Onesta), las autoras muestran las contradicciones entre un derecho positivo (de cuño liberal) y una práctica de resistencia que tiene por horizonte la preservación de la vida y, por tanto, cuenta con el respaldo popular. En este sentido la desobediencia civil como método de contestación contra la ley fetichizada y, contra el derecho (como instrumento de opresión) es axial en los movimientos sociales y campesinos que intentan transformar la sociedad para convertirla en un espacio justo, democrático y solidario.

El origen de la Vía Campesina, del Movimientos de Trabajadores Rurales sin Tierra y del Ekta Parishad –movimiento basado en los principios de acción de Gandhi– son tratados en este apartado. Los diversos encuentros, marchas y movilizaciones internacionales evidencian los rasgos comunes (reclamo de una reforma agraria y defensa de la soberanía alimentaria) así como las diferencias estratégicas de estos movimientos. En este sentido José Bové acota que: la globalización ha creado una situación donde incluso si se vive en Mali, en Bolivia, en Palestina, en Brasil o en Europa encontraremos un acaparamiento de tierras que no es resultado de una producción local sino secuela de la lógica de exportación y del mercado (p. 88).

Finalmente, Interdépendance des droits-devoirs humains envers la Terre, tercer capítulo de la obra, expone la manera como los movimientos sociales-rurales han desconfiando del concepto de progreso. Para ello, las autoras retoman algunas de las ideas de Gracchus Babeuf y de Elisée Reclus (pensadores anarquistas) para entender la concepción de la tierra en dichos movimientos. La necesidad de una reforma agraria esta en concordancia con la exigencia de un respeto al medio ambiente y de la soberanía alimentaria. Por ello: “la soberanía alimentaria implica la puesta en marcha de un proceso radical de reforma agraria que esté en armonía con el contexto local y regional. Dicho proceso deberá ser controlado por las organizaciones campesinas y deberá garantizar los derechos individuales de los productores así como los derechos colectivos sobre los terrenos de uso común (…) La soberanía alimentaria ha sido definida como un nuevo paradigma alternativo que se basa en tres pilares: la alimentación es un derecho del hombre, los pueblos y los Estados tiene el derecho de definir sus propias políticas agrarias y los productores de alimentos debe estar en el centro de las políticas públicas” (p. 115-116).

Los planteamientos de los “ críticos al crecimiento” (objecteur de croissance) que postulan una simplicidad voluntaria (Volontary Simplicity) han tenido eco en algunos movimientos rurales. Sin embargo, por nuestra parte, creemos que el eco-socialismo como teoría y práctica social será pieza clave en las luchas del siglo XXI porque el eco-socialismo es la expresión de la civilización de la solidaridad (p.143).

El libro de Mésini y Barthes es significativo porque nos permite observar la evolución de los movimientos rurales, sus planteamientos político-ecológicos y sus formas de resistencia. En ese sentido su texto es un excelente trabajo que deberá ser tomando en cuenta tanto por estudiosos de los movimientos sociales como por los militantes que luchan por la transformación de una sociedad que reduce todo en mercancía. Por consiguiente, la defensa de la soberanía alimentaria y la exigencia de reforma agraria real seguirán participando en los conflictos venideros. Indudablemente, la transformación política y social será una relación de fuerzas entre el gran capital y los trabajadores (de la ciudad, del campo, de la maquiladora, etc.), sin embargo las contiendas ya están en marcha. Por ello, no debemos perder de vista que nuestro enemigo común es: el capital.


* Reseña del libro Du local au mondial. Alternatives rurales et luttes paysannes de Angela Barthes y Béatrice Mésini , Publication de IUT de Digne-Université de Provence, Château-Arnoux, 2008, p. 170

[1]El autor es sociólogo.

[2] « Pour une politique agricole et alimentaire commune, saine, durable, juste et solidaire. In : www.europeanfooddeclaration.org

[3] La Unión Europea prohibió la importación de carne tratada con hormonas. Sin embargo, este hecho fue condenado por la OMC y los Estados Unidos, quienes como forma de represalia aplicaron una sobretasa del 100% a 100 productos europeos, en los que se incluía el queso roquefort. Cfr. José Bové y François Dufour, El mundo no es una mercancía, Barcelona, Icaria, 2001.

[4] Lambert pertenecía a la organización Paysans travailleurs que era un movimiento campesino fundado en 1972. Manifestó una crítica a los efectos sociales de la modernización agrícola y, bajo la influencia de la ideas de “Mayo del 68”, buscó la alianza con los obreros. En la década de los ochenta denunciaron la existencia de granjas que empleaban hormonas para engordar al ganado. En 1970 publicó Les paysans dans la lutte des clases.