jueves, 31 de marzo de 2011

Subsidios, el principal combustible nuclear


La Jornada_31/03/2011

Para esconder su desvergüenza, los voceros de la industria nuclear ahora afirman que todas las fuentes de energía tienen sus propios riesgos. Señalar los defectos ajenos para esconder las fallas propias es un viejo recurso retórico. Se emplea cuando uno está arrinconado y es especialmente útil cuando se han agotado los argumentos. Pero es particularmente estúpido cuando las faltas propias son señaladamente ofensivas y están a la vista de todos.

Las noticias desde Fukushima siguen siendo alarmantes. Ayer se descubrió la presencia de plutonio en las instalaciones dañadas, lo que indica que el reactor 3 (el único en Fukushima que utiliza una mezcla de uranio y plutonio) probablemente ha sufrido daños importantes. Eso no sorprende si se toma en cuenta la violencia de la explosión de hidrógeno el 14 de marzo en ese reactor.

Aún así, los voceros de la industria nuclear siguen insistiendo en que esta tecnología es segura, eficiente y competitiva desde el punto de vista económico. Lo cierto es que se trata de la tecnología más peligrosa que ha inventado el ser humano. Y si hoy existen 442 reactores en operación en el mundo, eso no se debe a su aceptación, sino a la imposición de estos artefactos sobre la población. En este proceso participaron las grandes corporaciones, gobiernos y el establishment militar. Un ingrediente importante en esta maniobra fue, desde luego, la falta de información. La opacidad se convirtió en costumbre y la mentira en rutina.

El engaño sobre la supuesta eficiencia económica de la industria nuclear es quizás tan perverso como el ocultamiento de información sobre los daños a la salud y la peligrosidad de esta tecnología. La realidad es que la industria nuclear mundial no podría funcionar si no fuera por los astronómicos subsidios que ha recibido a lo largo de su historia.

Los subsidios y ayudas económicas han impactado todas y cada una de las fases de cualquier proyecto nuclear, desde las garantías para obtener el financiamiento, la investigación científica y tecnológica para desarrollar los componentes medulares de esta tecnología, la construcción y arranque de las plantas, el enriquecimiento del combustible y desembocan en el manejo de los desechos. Por si eso no fuera suficiente, el subsidio más importante proviene de una régimen de responsabilidad civil y reparación de daños que básicamente consiste en limitar o eliminar dicha responsabilidad. El objetivo de estos subsidios fue quitarle o reducir la carga de riesgos a los inversionistas y trasladarla a los contribuyentes.

Todas las plantas nucleares en operación en el mundo (incluyendo por supuesto a Estados Unidos, Francia, Japón, Rusia y China) se construyeron y entraron en funcionamiento gracias a subsidios importantes. Claro, en países como Francia y China, donde la industria nuclear ha estado pegosteada con un proyecto militar, es casi imposible acceder a la información sobre subsidios. En México tampoco se han dado a conocer datos creíbles sobre el costo del proyecto de Laguna Verde.

En Estados Unidos, con 104 reactores en operación, el monto total de subsidios para la industria ha sido calculado en unos 150 mil millones de dólares. La intensidad del subsidio (equivalente al apoyo gubernamental por kilowatt hora producido) llega a exceder el valor comercial del producto en 30 por ciento (datos de la organización Global Subsidies Initiative). En su estudio sobre subsidios para la industria nuclear la Union of Concerned Scientists (www.ucsusa.org) calcula que esos apoyos equivalen o superan ciento ciento del valor de la producción. Vale la pena recordar que la UCS no es ni pro, ni anti nuclear.

Un ejemplo de subsidios opacos detrás de estas cifras es el subsidio a través de garantías para obtener financiamiento. En diciembre 2007 el Congreso autorizó apoyos hasta 38 mil millones de dólares para este renglón y el Departamento de Energía comenzó a canalizar fondos a mediados de 2008. Para tener una idea de las magnitudes involucradas, vale la pena recordar que en 1995 el Departamento del Tesoro comprometió unos 20 mil millones de dólares para el rescate de la economía mexicana (en realidad los rescatados fueron los acreedores estadunidenses que habían invertido en tesobonos mexicanos).

¿Por qué no entra el sector privado de lleno a financiar totalmente los costos asociados con esta industria? Porque los riesgos son tan importantes que simplemente no podrían ser asumidos por ningún plan financiero. En los mercados financieros los swaps de incumplimiento crediticio (CDS) sobre la industria nuclear probablemente estarían en el segmento superior de cargas financieras.

La conclusión es inmediata. La eficiencia económica de las plantas nucleares es inexistente. El corolario de esto es que el principal combustible en los cilindros de zircalloy en un reactor nuclear no es ni el uranio enriquecido, ni la peligrosa mezcla denominada MOX. No, el combustible más importante es el dinero que proviene de los contribuyentes.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2011/03/30/index.php?section=opinion&article=034a1eco

miércoles, 30 de marzo de 2011

Radioactividad, las consecuencias de la contaminación

Cubadebate_30/03/2011

El primer ministro japonés, Naoto Kan, calificó hoy de “imprevisible” la situación de la planta nuclear de Fukushima Daiichi, que obliga a “no bajar la atención”.

Desde este sábado no llegan buenas noticias de Fukushima, donde los trabajadores de TEPCO, la empresa operadora, intentan desde el terremoto del 11 de marzo refrigerar sus seis reactores, pero cada día se enfrentan a una nueva dificultad.

El tsunami que generó ese seísmo de 9 grados Richter, con olas de hasta trece metros, destruyó el sistema eléctrico de la central que es necesario para enfriar sus reactores, que albergan peligrosas barras de combustible nuclear.

Los más recientes esfuerzos se centraron en tratar de drenar el agua radiactiva que inunda la zona de turbinas cerca de los reactores 1, 2 y 3, el último de los cuales preocupa especialmente por contener un combustible que mezcla uranio y plutonio, altamente tóxico.

El portavoz japonés, Yukio Edano, muy crítico con la gestión de TEPCO de la crisis, pidió vigilar la salida de plutonio al exterior de la planta y consideró probable que el material detectado provenga de barras de combustible fusionadas parcialmente.

El portavoz nipón indicó no obstante que las cantidades de plutonio halladas son las mismas que pueden encontrarse en el medio ambiente mientras, en Viena, el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) señalaba que la composición de isótopo sugiere que procede de un reactor y destacaba también su escasa cantidad.

Para las autoridades japonesas, lo prioritario ahora en Fukushima es continuar lanzando agua sobre los reactores, para así tratar de refrigerarlos, y al tiempo drenar las zonas inundadas.

Un terremoto de 6,4 grados sacude de nuevo Fukushima

Un terremoto de 6,4 grados de magnitud en la escala de Richter hizo temblar este martes de nuevo el noreste de Japón y se sintió en Tokio, con epicentro en la costa de la provincia de Fukushima, donde se encuentra la inestable planta nuclear.

Según la Agencia Meteorológica de Japón, el seísmo ocurrió a las 19.54 hora local (9.54 GMT) y el epicentro se situó a poca profundidad bajo el lecho marino frente a Fukushima, una de las provincias más afectadas por el seísmo de 9 grados del 11 de marzo.

En algunos pueblos costeros de esa provincia el temblor tuvo una intensidad 4 en la escala japonesa de 7 grados, mientras en la mayor parte de la costa se sintió con un nivel de 3.

El terremoto volvió a sacudir toda la costa noreste nipona afectada desde el día 11 de marzo y también se sintió con claridad en la ciudad de Tokio, sin que por el momento se informara de daños.

Tampoco se han reportado daños en la central nuclear de Fukushima Daiichi, donde se lucha día y noche por refrigerar sus seis reactores, dañados por el terremoto de 9 grados Richter.

Desde el gran seísmo y posterior tsunami del día 11, que arrasó vastas zonas de la costa noreste, se han sucedido más de 700 réplicas en Japón, de ellas tres de más de 7 grados en la escala Richter, más de 60 superiores a 6 y unas 350 de más de 5 grados.

martes, 29 de marzo de 2011

Centrales nucleares, el sistema más peligroso de hervir el agua


Libération.fr._29/03/2011


El carácter misterioso de la energía nuclear y el aura científica que la rodea enmascaran mucho la realidad de su utilización en las centrales nucleares: se trata de calentar el agua bajo una presión suficiente o hacerla hervir con el fin de producir el vapor que a su vez produce la electricidad gracias a un turboalternador, como en una caldera de carbón. Un reactor nuclear es una caldera en la que el calor, en vez de producirse por la combustión del carbón, por ejemplo, se produce por la fisión de núcleos de uranio 235 contenidos en el combustible (las «barras» de uranio o de óxido de uranio).

La fisión consiste en una especie de explosión del núcleo del uranio, provocada por su encuentro con un neutrón que da lugar a los productos de fisión, orígenes del núcleo inicial, y a algunos neutrones que, a su vez, provocarán fisiones en los núcleos vecinos: es la reacción en cadena.

Los productos de fisión son propulsados a gran velocidad por esa explosión, provocando la subida de la temperatura del combustible. Dichos productos son inestables, por lo tanto fuertemente radiactivos, y emiten las radiaciones que producen a su vez un calentamiento del combustible. El mantenimiento de la reacción en cadena en el reactor permite calentar el agua o hacerla hervir bajo una presión suficiente para producir el vapor que a continuación produce la electricidad. En los reactores del tipo de los que hay en casi todas las centrales nucleares del mundo, el calor del combustible es evacuado por el agua (reactores de agua a presión) o por el vapor producido por la ebullición del agua (reactores de agua hirviendo).

Así pues, el objetivo de un reactor nuclear es producir ese calor. El inconveniente es que dicha producción de calor va acompañada de la producción de materias radiactivas extremadamente peligrosas, y el objetivo de la seguridad nuclear es impedir que esas materias radiactivas se escapen del reactor debido a un accidente que destruiría las protecciones del medio que contiene los combustibles y en el que se produce la reacción en cadena, el «corazón» del reactor.

En situación normal, por ejemplo para reemplazar los combustibles usados por combustibles nuevos, o en situación de alerta por la posibilidad de un accidente por una causa externa o interna, se detiene la reacción en cadena gracias a las barras de control cuyo material absorbe los neutrones. Pero debido al calor que continúan produciendo los productos de fisión radiactivos, es absolutamente necesario seguir refrigerando los combustibles y por lo tanto hacer que circule el agua de refrigeración.

El accidente más temible es la pérdida de la refrigeración, bien sea por fallos técnicos en el funcionamiento de los sistemas de seguridad (como en el accidente de Three Mile Island en Estados Unidos en 1979), o debido a la pérdida de la alimentación eléctrica de las bombas (fallo de la red, falta de funcionamiento de los combustibles de emergencia, por ejemplo debido a una inundación o a la destrucción de la sala de máquinas, como en el accidente de Fukushima, en Japón). Si el corazón del reactor no se refrigera, el calor residual, que sigue siendo considerable, conducirá al deterioro del combustible que puede incluso llegar a fundirse parcial o totalmente. Debido al encadenamiento de la falta de funcionamiento de ciertos dispositivos técnicos, a la producción de hidrógeno o a fugas eventuales, se llega no sólo a la destrucción interna del reactor, sino también a la proyección al exterior de cantidades más o menos considerables de gas y materias radiactivas.

Qué diferencia espantosa entre el drama de Fukushima y el propósito de esos reactores ahora en peligro: hervir el agua.

Existen múltiples sistemas para calentar o hervir el agua y producir vapor a 300º (agua-vapor en un reactor de agua hirviendo) o agua bajo presión a 320º (agua en un reactor de agua presurizada), temperaturas relativamente bajas, de ahí el mal rendimiento de las centrales nucleares. Por la combustión de carbón (poco recomendada debido a las emisiones de CO2) o de gas natural (mejor desde ese punto de vista debido a la doble generación de calor y electricidad o al ciclo combinado, de alto rendimiento en la producción de electricidad), y además la madera, residuos vegetales y biogás. También se puede captar la radiación solar, concentrándola en placas, para producir electricidad (solar termodinámica).

También existen numerosos medios de producir electricidad sin hervir el agua: hidráulica (presas, corrientes de agua), eólica, solar fotovoltaica, solar termodinámica (concentración de los rayos solares en placas para llegar a temperaturas suficientemente altas), geotérmica a alta temperatura, energías marinas (mareomotriz, energía de las olas, turbinas que utilizan las corrientes, energía térmica de los mares). Es cierto que todas esas técnicas no están desarrolladas industrialmente y algunas siguen siendo más apreciadas que las centrales térmicas, pero ninguna ha recibido los enormes apoyos públicos que han acompañado desde el principio a la energía nuclear. Todas pueden presentar ciertos riesgos pero ninguna presenta el peligro terrorífico, extendido en el tiempo y en el espacio, de la catástrofe nuclear.

No pueden hacernos creer que el ingenio humano que supo controlar el fuego hace 400.000 años y desde entonces ha inventado y desarrollado las máquinas más inteligentes (la bicicleta y el tren entre las más notables), no es capaz de desarrollar rápidamente y a gran escala la utilización de todas esas energía renovables. Y que por lo tanto se puede prescindir de la energía nuclear sin privarnos de la electricidad.

Además, en Francia en particular, la prioridad que se impone, tanto por razones de seguridad energética como de riesgo climático, de reducir el consumo de energía por medio de la sobriedad y la eficacia energéticas se impone también para la electricidad: Se puede, y es necesario, reducir el consumo en los países más ricos y por parte de las poblaciones más ricas.

Hace unos días, en un importante periódico francés, cuatro fervientes partidarios de las centrales nucleares escribieron esta frase terrible que condena en sí misma su propia causa: «Existirán siempre, y por todas partes, escenarios en los que podrán producirse catástrofes como la de Fukushima». Una frase para el futuro y sin el condicional. Por lo tanto la humanidad tendrá que acostumbrarse a que ocurran este tipo de catástrofes «de vez en cuando» (¿Cada diez años?), unas veces en un país y otras en otro; ¿y la frecuencia de los incidentes probablemente crecerá con el aumento del número de países que optarán por construir centrales nucleares?

¡No! Un futuro así es inaceptable. Preferimos construir y vivir un futuro energético más simple, más sobrio y más luminoso.

Bernard Laponche es doctor en ciencias físicas de reactores nucleares y experto en políticas energéticas y en control de la energía.

Traducido para Rebelión por Caty R.

Fuente: http://www.liberation.fr/monde/01012327368-nucleaire-le-moyen-le-plus-dangereux-de-faire-bouillir-de-l-eau

lunes, 28 de marzo de 2011

Temor a la alta radiactividad en el mar cercano a Fukushima


Gara/EFE_28/03/2011

El temor a la contaminación por la crisis nuclear en Fukushima creció ayer al dispararse la radiactividad en las aguas del mar cerca de la central, donde las operaciones para tratar de contener las filtraciones prosiguen sin descanso. El miedo se traslada ahora al transporte marítimo y la pesca. A la vez, en el interior de la central, el agua altamente contaminada ha hecho que los operarios que trabajan allí reciban dosis límite de radiactividad.

Una muestra de agua marina tomada a 330 metros de un conducto de drenaje de la planta nuclear de Fukushima reveló una concentración de yodo radiactivo (I-131) 1.250 veces superior al límite considerado seguro, según la Agencia de Seguridad Nuclear de Japón.

Ese nivel supone que si un adulto bebiese tan solo medio litro de este agua recibiría una radiactividad de 1 milisievert, cantidad establecida normalmente como el límite anual, detalló un portavoz de la agencia.

No obstante, añadió que se espera que la contaminación disminuya al dispersarse las aguas por las corrientes marinas, e insistió en que esta radiactividad no supone una amenaza inmediata para los residentes más próximos a la central.

Pese a ello, la preocupación por las radiaciones de la central ha hecho que varios países establezcan controles en muchos puertos para los barcos que procedan de Japón, en medio de la inquietud de las compañías de transporte marítimo.

Algunas líneas, como el gigante Hapag-Lloyd, han decidido evitar temporalmente el puerto de Tokio y el de Yokohama, el mayor de Japón, como medida de precaución ante las réplicas del seísmo del día 11 y por la impredecible situación en la planta nuclear de Fukushima.

El Ministerio nipón de Transporte insistió, sin embargo, en que el nivel de radiactividad en ambos puertos está en niveles seguros, mientras que el de Agricultura y Pesca señaló que estrechará el control sobre los productos pesqueros de la zona.

Agua radiactiva en el interior

Dentro de la central el agua radiactiva también es causa de problemas para los operarios. Según la agencia local Kyodo, en los edificios de turbinas hay zonas inundadas con agua altamente contaminada que en algunos lugares alcanza una profundidad de hasta 1,8 metros. Se desconoce el origen del líquido, pero ante su alto nivel de radiactividad TEPCO, la empresa que opera la planta de Fukushima, no descarta que provenga del interior de uno de los reactores o de una de las piscinas de combustible utilizado.

El jueves dos subcontratados de TEPCO fueron hospitalizados tras exponerse a radiación excesiva cuando trabajaban con los pies metidos en ese agua, con lo que son ya al menos 17 los operarios que han recibido más de 100 milisievert, normalmente el máximo en situaciones de emergencia. Para el caso de Fukushima, el Gobierno nipón ha autorizado a elevar el límite a 250 milisievert. TEPCO no ha precisado cuántos empleados participan en las operaciones, pero la agencia local Kyodo asegura que son varios cientos los que entran y salen cada día de la central, donde se utilizan entre 500 y 1.000 trajes antirradiación diarios, que después son desechados.

Ayer, los operarios lograron llevar luz a la sala de control del reactor 2, después de que los días anteriores se consiguiera lo mismo en las unidades 1 y 3.

Además, se comenzó a verter agua dulce en lugar de agua marina para rebajar la temperatura en las vasijas de contención de los reactores 1, 2 y 3, puesto que la sal, al cristalizar, podría dificultar la circulación del líquido.

Buena parte de los esfuerzos siguen centrados en los reactores 1 y 3, este último el más peligroso al contener plutonio. Según el último informe oficial de primera hora de ayer, en la unidad 2 la temperatura del reactor era «estable»; en la unidad 4 se intentaba aún enfriar la piscina donde se encuentra todo el combustible, y en las unidades 5 y 6 las temperaturas se encuentran en niveles «aceptables».

medidas

Compañías de transporte marítimo han establecido controles para los barcos que proceden de Japón. Algunas han decidido evitar temporalmente los puertos de Tokio y Yokohama.

«La situación ha llegado a un punto donde el peligro es real»

El escritor especializado en energía nuclear Hiroske Takashi ha alertado, en una entrevista televisiva recogida por Rebelión, de los errores que los medios de comunicación transmiten sobre el peligro de la radiacion en Fukushima. «Dicen cosas estúpidas, como que en la vida diaria estamos expuestos a radiación proveniente del espacio. Pero eso es un milisievert por año. Un año tiene 365 días, un día tiene 24 horas; si se multiplica 365 por 24, da 8.769. Si se multiplica esto por 400 milisieverts (lo detectado en los alrededores de Fukushima), recibes 3.500.000 de veces la dosis normal. ¿Y lo llaman seguro? ¿Qué medio ha reportado esto? Ninguno», afirma Takashi. También rechaza que se pueda comparar con la radiactividad recibida en una tomografía, que sólo dura un instante. «La razón por la cual se puede medir la radioactividad es porque hay una fuga», pero advierte del peligro «cuando el material radioactivo entra en el cuerpo y se irradia desde adentro». Añade que el mayor peligro, lo corren las mujeres, especialmente las embarazadas y los niños pequeños. «Hay menciones al yodo y al cesio, pero eso no es una solución. No están usando los dispositivos de medición adecuados», explica.

Igualmente, rechaza que el lanzamiento de agua sirva para controlar la temperatura y apuesta por la construcción de un sarcófago de cemento como en Chernobil, pero cree que no se hace por no admitir el error del verdadero riesgo. «Quieren tranquilizar a la gente, quieren evitar el pánico. Lo que necesitamos ahora es un pánico adecuado porque la situación ha llegado un punto donde el peligro es real», asegura.

Fuente: http://www.gara.net/paperezkoa/20110327/256257/es/Temor-alta-radiactividad-mar-cercano-Fukushima