viernes, 22 de enero de 2010

Santa Fe y el agua: una historia del feudalismo argentino
22-01-2010

Es una lucha contra los molinos de viento. La lanza no llega nunca a herir las aspas que seguirán su monótono movimiento como lo vienen haciendo desde hace siglos. Más o menos es lo que podría definir lo que ocurre en el norte de la provincia de Santa Fe, hoy bendecida por las esperadas lluvias, pero todavía sangrante de la temible sequía que la asoló en los últimos meses. Marcelo Manzatto es periodista de la FM Radio Activa de la Vera. Como el Quijote, lucha contra lo imposible; contra lo instalado. Denunció y denuncia la desidia e hipocresía de las autoridades provinciales respecto del enorme problema de agua que tienen los habitantes de esa franja de la provincia.

“Es una cuestión cultural”, dice, al responder sobre porqué suceden estas cosas en esa región argentina. Se refiere al acostumbramiento histórico de esas poblaciones a bajar la cabeza ante el patrón –hoy el estado; ayer la olvidable Forestal- y seguir viviendo en la miseria del asistencialismo.

“La gente está acostumbrada a vivir de esa manera. Me parece que es una cuestión de olvido. Están culturalmente acostumbrados a vivir de esta manera. Lo toman como algo natural. No hay una queja. Tienen este tipo de idiosincrasia y hasta en cierta forma el asistencialismo del estado los acostumbró a esto. El Estado está ausente. Es un problema muy profundo, cultural. La presencia del estado para ellos es que cuando hay sequía les den agua y cuando hay inundaciones los saquen. Es la concepción que tienen de la presencia del estado. Son pueblos que aparecieron con la Forestal y le rinden a un patrón. Los políticos se aprovechan de esta situación porque saben que no les van a cortar las rutas ni nada. Es casi irreversible”, cuenta casi sin pausa, y hasta con cierto cansancio en su voz.

Esa gente, que es argentina como todos nosotros, vive en un permanente estado feudal. Depende exclusivamente de la ayuda estatal, que cae en cuentagotas, vaya la paradoja. La recurrente sequía, que este año les afectó como nunca, los deja sin la poco agua que las comunas logran juntar en la represas. Esta vez las represas se secaron y el agua desapareció.

“La falta de agua es histórica, lo que se vio agravado en el lapso de la sequía por esta falta de agua de lluvia. Hay dos formas de acceder al agua (a veces no se potabiliza). 1- la de lluvia que la comuna acumula en las represas, 2- La gente con tachos junta el agua que cae del techo. El último dato hace dos meses en Cañada, el propio jefe comunal me dijo que no se potabilizaba. O sea que consumen el agua del techo a falta de lluvia”, explicó.

Cualquier semejanza con lo que ocurría en el mundo antes del siglo XVIII no es pura coincidencia. Es parte de la misma concepción del estado, de la política y de la sociedad. Un feudo de los tantos que se desparraman por la invertebrada geografía argentina.

Hasta tal punto se replica esta forma de entender la sociedad, que los funcionarios se elevan como jueces de las conciencias y actos humanos. Y cualquier asomo de protesta o reclamo es visto como una rebeldía imposible de soportar. Como un inquisidor, el estado –sea cual fuere el color político- irá hasta el lugar a recriminar al insensato. Es lo que le sucedió a Manzatto cuando se le ocurrió denunciar lo que estaba pasando.

“Vino el ministro de Aguas, Servicios Públicos y Medio Ambiente, Antonio Ciancio, a apretar a los jefes comunales. Apareció con una fotocopia de mi nota y les preguntó uno por uno si habían dicho lo que habían dicho. Hubo un casi unísono ‘ni’, salvo alguna excepción. Después ofreció una conferencia de prensa en la que durante 45 minutos se dedicó a contestarme. No contento con ello, me llevó a mí y a mi mujer a un privado para retarnos y querer enseñarnos cómo se hace periodismo. Uno pone la cara por los jefes comunales y pasa esto. Veo bastante negro el futuro”, se resignó a decir.

Ahora hay lluvia regular, pero en el sector productivo el daño que hizo la sequía es irreversible. “Creo que hay sólo unos 5 grandes productores pero ni siquiera viven acá.

Hubo un éxodo hacia las ciudades como Santa Fe y Rosario”, aseguró Manzatto.

Y agregó; “aparte de no haber políticas para el mejoramiento de la calidad de vida de la gente, las poco que hubo fueron equivocadas. (Como la deforestación). En ese sentido hay un informe de la Universidad de Rosario. Después está la canalización de los bajos meridionales que saca el agua. En fin, tantas cosas…”.

Finalmente, aclaró que toma con pinzas lo de la comuna de Cañada Ombú, donde es jefe comunal José Luís Das Neves, “porque la comuna no le puede dar agua a nadie. La comuna –esto en todas por igual- acumula agua en las represas, la sacan y la distribuyen por red (no es potable) y se utiliza para el aseo. Se secaron las represas, entonces la única agua es la que llega en cisterna. La gente se anota para recibir su parte. Entonces es mentira que le entreguen agua una hora. Lo único que reciben son bidones que el ministerio de educación provincial envía a las escuelas (100 bidones de agua). Ahora bien, estamos hablando de un pueblo que está a 80 kilómetros de Paraná, donde el agua sobre. Es sólo poner unos caños y poca cosa más. Si esto no es desidia…”. Sorda y egoísta, la argentina feudal sigue su camino imperturbable. www.ecoportal.net

Asociación Argentina de Periodistas Ambientales

MEDIO&MEDIO

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