La acumulación del capital tiene un límite biofísico: el planeta tierra. Esto significa que hay que transformar nuestra forma de producción y consumo antes que sea demasiado tarde y se destruya el ambiente, con lo cual se destruye el circuito natural de reproducción de la vida humana. No transformar nuestra relación con la tierra es una apuesta por el suicidio colectivo, tal como lo subraya F. Hinkelammert.
No obstante, la lógica propia del capital (y el poder político que se pone a disposición de aquél), es la acumulación contra todo, incluyendo el ambiente y la vida. Esto es lo que sucede en muchos aspectos de la intervención humana en el planeta y que se observa en casos particulares que resultan significativos de esta lógica de destrucción. Va un ejemplo de ello.
La Laguna del Tigre en el departamento de Petén en Guatemala compuesta por el Parque Nacional Laguna del Tigre y el Biotopo Protegido Laguna del Tigre-Río Escondido, es la mayor reserva ambiental del país y es un humedal de importancia internacional (segunda reserva de agua dulce en América Latina). Sin embargo, diversos problemas están deteriorando aceleradamente dicha reserva (incluyendo el narcotráfico que opera bajo la negligencia del Estado guatemalteco). Sin embargo, una condición que resulta fuertemente amenazadora es la renovación de contrato petrolero 2-85 que disfruta la compañía Perenco y que, entre otras cosas, aporta regalías miserables por lo que la compañía extrae.
Hay datos que demuestran que en los propios términos económicos, Laguna del Tigre tiene mayor valor en tanto productor de oxígeno y reserva ambiental que como lugar de producción de petróleo. Pero más allá, la destrucción de dicha reserva supone un grave daño al ambiente y a las posibilidades de desarrollo de la vida en esta región del planeta.
Además, este caso muestra cómo el poder político se pone sumiso a las necesidades del capital, pues existiendo una legislación específica que prohíbe actividades que ponen en riesgo las áreas protegidas, el gobierno de Álvaro Colom está considerando seriamente la aprobación de la prórroga del contrato. De aprobar dicha prórroga, incluso, la administración estaría violando leyes nacionales y tratados internacionales (por lo que se podría accionar judicialmente contra los responsables).1
En Guatemala, varias organizaciones están luchando contra la renovación del contrato y el respeto a la reserva Laguna del Tigre. No obstante, el resultado de esta lucha contra el capital y el poder político “democrático” (puesto al servicio del capital) es aún incierto. Lo que está en juego es demasiado importante para quedar indiferente.
Nota
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