Regulen las nucleares, no los plátanos
DIE TAGESZEITUNG BERLÍN
27/05/2011
Cualquier plátano que se comercialice en el territorio de la Unión Europea debe medir por lo menos 14 centímetros de largo y 27 milímetros de grueso. Eso es lo que puede leerse en el reglamento europeo sobre normas de calidad relativas a los plátanos.
En cambio, en el caso de las centrales nucleares en funcionamiento en la Unión no existe ninguna norma de seguridad común. Cada país hace exactamente lo que le viene en gana y el aparato comunitario, habitualmente obcecado con la uniformización —con resultados, en el mejor de los casos, cómicos— parece repentinamente desprovisto de toda competencia formal. Nada es más absurdo.
Si perdemos el control de un reactor nuclear, poco importa en qué punto se encuentre de Europa, será el continente en su conjunto el que se verá afectado. Sin embargo, este es justamente el único ámbito donde los Estados miembros pueden seguir decidiendo solos lo que hacen y lo que permiten hacer. Una Unión Europea que no fija normas más que en terrenos irrelevantes resulta intolerable.
Europa en riesgo de convertise en república bananera
Más que nunca, después de Fukushima. La comunidad corre el riesgo de convertirse en una república bananera.Ahora que hablamos de poder de decisión: en el escenario político interno tampoco se sabe muy bien —y desde hace largo tiempo— quién manda en el dominio de la energía nuclear alemana. ¿De qué poder dispone aún el Gobierno federal en el dominio de la política energética, o mejor dicho: hasta qué punto está ya en manos del lobby nuclear?
Recordemos que en ocasión de una reunión secreta celebrada el pasado otoño, la industria dictó al Gobierno la prolongación de la duración de la vida de las centrales en la ley sobre la energía nuclear. Al día siguiente de Fukushima, Angela Merkel & Co., visiblemente movidos al arrepentimiento por los sondeos de opinión, quisieron evitar dar la impresión de estar bajo la bota del lobby dando un nuevo acelerón a la salida de la energía nuclear.
Pero la terrible sospecha vuelve a surgir hoy: he aquí que el recién creado impuesto sobre el combustible nuclear se ve repentinamente amenazado con la desaparición. El Gobierno negro-amarillo [cristiano-demócrata-liberal] se dispone así a dejar en nada su único avance propiamente dicho en el campo de la política energética. Una prueba más de incompetencia.
Resoluciones concretas para poner fin a la locura nuclear
Ahora más que nunca, parece evidente que la situación energética actual requiere sobre todo personas que trabajen activamente para prohibir pura y simplemente la energía nuclear, con la ayuda de fuentes de energía alternativas. Ayer, por ejemplo, las instalaciones fotovoltaicas alemanas produjeron 120 millones de kilovatios/hora de energía solar, esto es, la producción diaria de cuatro centrales nucleares.
Crear resoluciones concretas es sin duda el mejor mecanismo para poner fin de una vez por todas a esta era de locura nuclear. Tanto en Alemania como en Europa.
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