Un intercambio de semillas realizado al atardecer del 1º de octubre simbolizó la gestación de una nueva conciencia ambiental en hombres y mujeres de Monte Patria (comuna de la provincia del Limarí, en la región de Coquimbo), la única comuna nortina que se considera aun libre de los impactos de la gran minería y los transgénicos. Monte Patria quiere seguir siendo una comuna agrícola, bella y no contaminada. Convocados por la Coordinadora Valles en Movimiento a discutir sobre las amenazas de la gran minería, llegaron hasta allí un centenar de campesinos y campesinas de los valles que riegan los ríos Tulahuén, Mostazal y Rapel y también desde El Palqui, Flor del Valle y otras localidades de Limarí a La Serena. En Monte Patria sus habitantes viven de la agricultura, el pastoreo y la apicultura, combinados en los últimos años con la artesanía y el turismo. Ellos escucharon experiencias de vecinos que son totalmente contradictorias con la publicitada “Responsabilidad Social” de las mineras.
Defender la semilla y biodiversidad
La presentación sobre la semilla que realizó Lucía Sepúlveda, en representación de la campaña Yo NO Quiero Transgénicos en Chile y de la Red de Acción en Plaguicidas originó un animado debate con los y las participantes, que hicieron ver la desinformación existente en la zona sobre los proyectos de ley impulsados por el gobierno que afectan la semilla campesina. Estaban dispuestos a rescatar y defender su biodiversidad, cuya riqueza estaba expuesta en paneles y era complementada por observaciones de las mujeres presentes. Muchos asistentes y organizaciones, entre ellos la Agrupación de Apicultores de Monte Patria, se adhirieron a la campaña. Los grupos de trabajo hicieron propuestas orientadas a una alimentación sana, libre de plaguicidas y transgénicos y orientadas al rescate de la agroecología. Gran impacto ocasionó la descripción del proyecto público-privado de uva transgénica resistente a la botritis, de la variedad Thompson Seedless, que es justamente la que se cultiva en la región. La vid de mesa ocupa una superficie de 10.597 ha en la región de Coquimbo, según datos de ODEPA/Ciren dados a conocer oficialmente este mes.
Lograr que Monte Patria sea declarada una comuna con vocación agrícola y libre de gran minería fue una de las principales conclusiones del encuentro convocado por la Coordinadora Valles en Movimiento, de reciente formación, organizadora de este encuentro autogestionado con el apoyo de Acción por la Tierra y la municipalidad de Monte Patria. También se consideró necesario realizar actividades de educación popular para impulsar el retorno al cultivo de la huerta familiar, de manera de asegurar una alimentación sana, apoyada en la recuperación de prácticas tradicionales como la minga, el trueque, el intercambio de semillas y la construcción con tecnologías apropiadas.
Monocultivos agrícolas y plaguicidas
En el Limarí predominan los cultivos de palta, olivos, mandarinas y en menor medida uvas. Según el Catastro Frutícola 2011 de Coquimbo, realizado por ODEPA/CIREN existen en Limaría 19.240 há plantadas con frutales. La Región de Coquimbo registró una superficie total de 29.808 ha de frutales. Un 73% de los cultivos de olivos de la Región de Coquimbo se localizan en Limarí. El mandarino registra una superficie de 2.067 ha, y un 83,1% de estas plantaciones se localiza en la provincia de Limarí. Los cultivos de palto presentan una superficie de 6.290 ha a nivel regional, de los cuales un 65,6% se encuentra en la provincia de Limarí.
Estos monocultivos de la agroindustria coexisten con la agricultura familiar representada en este encuentro. A nivel regional se han estado realizando también mingas para cosechar la producción de la temporada. Las mujeres intercambiaron no sólo semillas sino saberes sobre su uso y aplicaciones. Al conversar sobre la semilla campesina y la necesidad de recuperar los métodos ancestrales de cultivo de la tierra, surgieron espontáneas denuncias acerca de un tema del que –según se dijo- no se habla jamás en la zona: las fumigaciones aéreas con plaguicidas (no identificados) cuyos efectos en la salud desconocen. Las aspersiones se realizan sin ningún tipo de fiscalización, aunque los cultivos están muy cerca de casas y escuelas, por ejemplo en Rapel donde las casas están en medio de los parronales cultivados con exceso de plaguicidas. Es alarmante, denunciaron, la cantidad de personas afectadas por intoxicaciones por agroquímicos que llegan para ser atendidos en los consultorios pero ello no ha motivado hasta ahora ninguna acción preventiva.
Chaya e identidad
La jornada realizada en el liceo Eduardo Frei, tomado por los estudiantes, se había iniciado con una chaya, la ceremonia ancestral aymara en la cual los músicos del lugar y los participantes piden permiso a la tierra para estar en ese espacio. Entonces se abrió un espacio de presentaciones, identificando cada uno de qué localidad venían y porqué amaban su valle y su pueblo en el que habitan por generaciones. Algunos participantes habían regresado luego de varias décadas de ausencia, decididos a volver a cultivar la tierra. Otros llegaron desde otras regiones, buscando la tranquilidad del pero ya se identificaban plenamente con esta vida donde no falta el agua, porque la cordillera de los Andes la entrega a sus ríos. También había personas de las juntas de vecinos y clubes de tercera edad dispuestas a aportar en ese proceso.
La discusión sobre la experiencia de las comunidades con la gran minería dejó en claro que la legislación actual está del lado de las transnacionales y que la institucionalidad actúa en beneficio de estas. Se denunció la compra de políticos, ejemplificándolo en que la campaña del diputado Luis Lemu fue financiada por la minera Los Pelambres.
Defender el agua con el esfuerzo propio
Alejandro Cortés, de una organización de defensa del Río Mostazal, sector Maitén, contó que hasta hace un año vivían bien, pero llegó la minera Frontera del Oro S.C.M cuyo proyecto de exploración comenzó a entorpecer los cursos de agua y a destruir el bosque nativo de maitenes, espinos y arrayanes. Hubo destrucción de vegas. Explicó Alejandro: “Nosotros tenemos la mejor agua, podríamos decir que tiene la llamada huella azul. Nos han dicho en un seminario de capacitación que ahora los productos agrícolas van a tener que incorporar la huella del agua. Entonces, si llega la minería, nos van a perjudicar porque esto se convertiría en una huella gris, no vamos a poder vender nuestros productos… ¿Qué agua van a tomar nuestros animales y con qué agua vamos a regar? El curso de agua ya está entorpecido en ocho lugares. El agua que baja de la cordillera ya no llega al río, se desvía. Lo denunciamos en el boletín que saca la Junta de Vigilancia de Agua. Hemos pedido al Consejo de Monumentos Nacionales que intervenga para conservar los sitios arqueológicos, pero nos han pedido un inventario que no tenemos.”
Raúl Carmona, presidente de la Junta de Vigilancia de Agua de ese río, es un enamorado de la cordillera: “Mucho se habla de los embalses, pero la cordillera es el embalse natural de los ríos. Tenemos glaciares rocosos y vegas que defender. Tengo temor por las mineras que cuentan con demasiados recursos, y ya sabemos como actúan en otros lugares. Estamos trabajando en establecer la línea de base de nuestros recursos, a través de un estudio que evalúe el ecosistema de la cabecera de la cuenca del río, porque allí se quieren instalar con sus proyectos; eso lo financiamos con un fondo que hemos ganado. No podemos esperar que actúen las autoridades, sólo podemos confiar en lo que nosotros, los afectados hagamos.”
Salamanca y la lucha contra las mineras
“Es una mentira inmensa decir que la gran y pequeña minería puede coexistir con la agricultura. Los valles están muy intervenidos, la agricultura ha bajado su calidad, los parrones están llenos de arañitas por el polvo. Nos quedamos sin mano de obra porque las mineras contratan toda la mano de obra agrícola. La Junta de Vigilancia del río inicialmente se movilizó, pero ahora ya ha dejado de fiscalizar, es más comercial. Es imposible salir adelante así”, explicaron en el Encuentro Ambiental Cristina Farías y Mirta Ulloa de la Agrupación de Defensa del Valle de Chalinga, que han llevado adelante una dura lucha contra las mineras en Salamanca, en los valles de Chuchiñi y Chalinga de la provincia del Choapa, vecina al Limarí. Ellas sostienen que tras veinte años de intervención de minera Los Pelambres, su pueblo recién despertó para defender lo que queda de ese valle. Los Pelambres ahora está en un proceso de cierre ambiental dejando allí el tranque de relaves Quillayes a perpetuidad. La empresa brasileña VALE ha llegado a extraer cobre y oro.
Denuncian las habitantes del valle: “Las mineras han logrado enfrentar a vecinos contra los vecinos. El tejido social está totalmente destruido por lo que ofrecen las mineras. Se aprovechan de las carencias de las comunidades. Ya no ofrecen pago sino mitigaciones. Hemos hecho muchos recursos legales para retrasar la operación de los tres últimos proyectos. Para que las autoridades reaccionen, hicimos paros, movilizaciones y cierre de caminos; fuimos perseguidos, nos mandaron policías a las casas. Nos quedamos sin trabajo. Los estudiantes que ahora se movilizan están viviendo lo mismo que nosotros, que hemos sido golpeados, y perseguidos. Hemos tenido que enfrentarnos con el gobierno porque apoya todo lo que hacen las mineras. Lo que nos hablan las empresas y el gobierno de responsabilidad social y de desarrollo sustentable es una mentira total. Ellos se llevan el cobre pero aquí no dejan nada.”
A través del Observatorio de Conflictos Ambientales, OLCA, estas defensoras de su tierra se vincularon en los últimos años a otras comunidades afectadas por mineras en otras partes del mundo. “Sobre todo nos unimos con los brasileños que luchaban contra esta misma minera VALE, que les ha provocado daño ambiental y acá vende una imagen falsa. Llevamos cinco años de lucha para detener el proyecto ‘Tres valles’ de esta empresa, que quiere operar con tecnología de alto impacto ambiental y muy bajo costo. Nuestra acción ha significado un retraso importante de sus planes”.
Ex mineros de Andacollo
La cruda realidad de Andacollo –ubicado entre Ovalle y La Serena - fue expuesta en la jornada con impactantes fotografías por un representante de la agrupación de ex trabajadores de la compañía minera Teck Carmen, australiana. “El resultado de la explotación minera por esa empresa es que Andacollo ha sido declarada zona saturada por MP10 (material particulado), y sus habitantes estamos gravemente afectados por enfermedades respiratorias, porque allá todo es polvo. Cada año muere un promedio de 23 personas debido a este tipo de enfermedades, que afectan especialmente a niños y guaguas. Ha habido recientemente un derrame de cianuro de minera Deyton al río, en junio de este año, que duró entre 24 y 48 horas, y sólo hemos podido denunciarlo a la Seremi de ambiente, a la policía de investigaciones y a la fiscalía y órganos públicos competentes, pero nadie llegó a fiscalizar, nadie responde ante la comunidad perjudicada en la Laja. La Brigada de Medio Ambiente de la PDI vino pero no hubo ninguna respuesta concreta después de esa única visita, nadie más apareció. Nosotros responsabilizamos a la gerencia de esta empresa australiana”, expresó Jonathan López. Con emoción contenida, cerró su intervención expresando: “Yo les hago un llamado a ustedes para que no permitan que esto ocurra en Limarí. Luchen por sus hijos.”
La denuncia de los trabajadores reafirmó el estado de alerta del Comité de Defensa del Río Grande Tulahuen, que forma parte de la Coordinadora de Valles en Movimiento. La joven estudiante Vanessa Tapia pertenece a ese grupo e inició una acción de repudio directo a la empresa, por la falta de información a la comunidad, dirigiéndose a ellos por correo electrónico. La empresa en respuesta, intentó reclutarla ofreciéndole a través de un familiar, un trabajo atractivo económicamente para acercar la minería a la comunidad. “Eso fue para comprarme, pero yo no acepté caer en eso”, señaló ante la asamblea Vanessa, considerando que ese tipo de prácticas son sucias. La empresa Teck Cominco – la misma que contaminó a Andacollo, y que está demandada en Perú por daño ambiental- está realizando trabajos de exploración minera en Tulahuen. Similar inquietud existe en los 12 pueblos cercanos al río Rapel, que está siendo privatizado en la práctica por quienes compran parcelas en su ribera. El sitio donde se planea emplazar un tranque para riego está aguas abajo de una mina, por lo que la contaminación será un hecho.
Sin embargo el encuentro de Valles en Movimiento significó un compromiso de los asistentes para actuar en defensa de su territorio, semillas y agua.
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