martes, 26 de octubre de 2010

Venezuela, rumbo a la Soberanía Alimentaria.



Hace cinco años, el presidente venezolano Hugo Chávez se comprometió con el Foro Mundial por la Soberanía Alimentaría, “Nyéléni 2007". En su mensaje de solidaridad y respaldo, enviado a los miles de participantes reunidos en Nyéléni, Mali, Chávez enfatizó que las leyes bolivarianas para el campo tenían una sola función social, la de “comenzar a desmontar la estructura feudal, capitalista y monopolista que en el campo tiene un nombre: el latifundio y la explotación de los campesinos pobres”. Chávez cerró su mensaje declarando, “Ya es tiempo de soberanía alimentaría, ya es tiempo de la soberanía de nuestros pueblos”.

Avances desde 1999

El censo agrícola venezolano de 1997 informó que en ese momento un 5% de los terratenientes poseían 75% de toda la tierra cultivable, mientras que el 6% de las tierras estaban distribuidas en manos de 75% de los pequeños propietarios. Desde 1999, con la gestión del presidente Chávez y la Constitución Bolivariana, se han recuperado unos 2,7 millones de hectáreas de tierra, beneficiando más de 180,000 familias rurales. En Venezuela, hay un total de 20 millones de hectáreas de tierras cultivables. Pocos días atrás (10 octubre, 2010), durante su programa dominical, “Aló Presidente”, Chávez llamó otra vez su pueblo a la batalla: “ Donde vean un latifundio, repórtenlo, y si ven que pasa mucho tiempo y no hay acciones, me llaman directo a mí. Latifundio que haya, latifundio que vamos a tomar”.

En la última década, el estado venezolano ha hecho esfuerzos formidables para mejorar la producción, aumentado drásticamente el crédito rural –de 164 millones de dólares en 1999 a 7,600 millones en el 2008. Y ha dado resultados. Ya en el año 2008, Venezuela había llegado al autoabastecimiento nacional de maíz, arroz y cerdo. Para los rubros como carne vacuna, pollo y huevos, la producción domestica en 2009 llegó a cumplir con el 70%, 85% y 80% de autoabastecimiento respectivamente. En ese mismo año, se logró el 55% de la demanda nacional de leche, produciendo 1,96 millones de toneladas. En esta última década, la producción de caraotas (frijoles), viandas y girasol (para la producción de aceite) también aumentó 143%, 115% y 125% respectivamente.

En noviembre de 2009, el estado venezolano nacionalizó Fama de América y Café Madrid, los dos principales procesadores de café en la nación, encargándose de comprar, procesar, distribuir y comercializar el 80% del café.

Es Ahora Propiedad Popular

En octubre de 2010 una serie de nacionalizaciones llevadas a cabo por el Gobierno Bolivariano han demostrado otra vez su compromiso con la alimentación del pueblo. Tales expropiaciones, fundamentales para el avance de la Soberanía Alimentaría venezolana, plantean nuevos retos para su consolidación. Veamos:

03 de octubre- Nacionalización de la empresa transnacional española AgroIsleña, mayor distribuidor de agroquímicos en Venezuela (64 tiendas, tres grandes depósitos industriales y ocho silos), empresa que tenía capacidad de almacenamiento de 950,000 toneladas de alimentos (25% de la capacidad privada a nivel nacional). Con tal expropiación, se garantiza que el 51% de la producción nacional sea recibida por las redes de acopio público.

10 de octubre- Nacionalización de las empresas FertiNitro, la mayor empresa productora de fertilizantes en Venezuela y unas de las más grandes en Suramérica -acusado de especular con los precios de los insumos- y Veneco, compañía productora de aceites de automóviles y la mayor petroquímica privada del país.

20 de octubre- Nacionalización de casi 200,000 hectáreas de tierras en manos de AgroFlora, filial de la compañía británica Vestey.

Según la Agencia Venezolana de Noticias (AVN), AgroIsleña explotaba a los pequeños y medianos productores venezolanos, ofreciéndo paquetes y asesoramiento técnico (semillas, abonos, fertilizantes, maquinaria agrícola, sistema de riego, etc.) para, posteriormente, quitarle las ganancias, arrebatarle la cosecha, y en el peor de los casos, despojarlos de sus tierras. En sus palabras escritas sobre la expropiación, intitulado ¡AgroPatria!, Chávez dijo que AgroIsleña “ ejemplificaba todas las perversiones del capitalismo”. Describió la empresa, y el momento histórico, de la siguiente manera: “El pueblo está consciente de los enormes esfuerzos que venimos realizando no sólo para hacer justicia en la tenencia de la tierra, sino también para conquistar nuestra soberanía alimentaría. Por todo ello, teníamos que impedir a toda costa que el oligopolio Agroisleña siguiera extorsionando a nuestros campesinos con sus precios y con el elevado interés de sus créditos, amén de imponernos un paquete agrotóxico y ecocida trasnacional que deteriora nuestros suelos con productos de alta incidencia ambiental…Agroisleña es ahora propiedad popular, propiedad patria. Y ese es precisamente el nuevo nombre que le damos desde ahora: Agropatria. Sepan los latifundistas que se acabó este oligopolio del que tanto se beneficiaron: ahora es cuando la Revolución agraria va a acelerarse”.

Tierras y Hombres Libres

La nacionalización de tierras, de empresas proveedoras de insumos y de los medios de acopio, procesamiento y distribución de alimentos son pasos decisivos que van más allá de consolidar un sistema nacional agroalimentario que pueda cumplir con las necesidades del pueblo. "Cada medida de nacionalización es un avance a la liberación del pueblo" , aclaró el vicepresidente venezolano, Elías Jaua. Y es así, siempre y cuando sea el pueblo el que toma el mando de las tierras, instalaciones y empresas nacionalizadas. En el campo, esto significa nada menos que el protagonismo campesino.

En el caso concreto de AgroIsleña -ahora AgroPatria- el campesinado venezolano organizado se ha manifestado enérgicamente a favor de la medida, enfatizando la función socio-ambiental que debe jugar la empresa en mejorar las condiciones de vida en el campo, además de servir como espacio nuevo de participación campesina. Se reconoce el valor de tales expropiaciones, pero lo que se busca es una transformación del modelo de producción. Veamos tres ejemplos:

-“ Desde el Frente Nacional Campesino Ezequiel Zamora (FNCEZ), hacemos la propuesta de incorporar y darle protagonismo al campesino, el protagonismo popular que defienda y tome decisiones en esta nueva empresa socialista que es llamada AgroPatria”, declaró Kevin Rángel, miembro del FNCEZ. Es decir, poder popular dentro de la nueva empresa de propiedad patria.

-Braulio Álvarez, diputado a la Asamblea Nacional por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y líder campesino, expresó que los campesinos están asumiendo el compromiso de sacar del mercado nacional todos los agrotóxicos en un plazo de 3 a 5 años. Álvarez manifestó su respaldo a las nacionalizaciones recientes, explicando que, “la decisión forma parte de una política de profundización de la producción masiva de fertilizantes orgánicos y de semillas naturales, siembra diversificada, reencuentro con las culturas y valores ancestrales, y masificación de los laboratorios de control biológico de plagas”.

-De igual manera, Orlando Zambrano, vocero del Frente Nacional de Campesinos Simón Bolívar (FNCSB), expresó: “AgroPatria será una empresa que favorecerá a los pequeños y medianos productores, a aquellos que eran excluidos por Agroisleña; ya que garantizará el derecho que tenemos de participar en la planificación de las políticas agrícolas. AgroPatria debe combatir la acción de los agrotóxicos y sus efectos nocivos en el medio ambiente y en los seres humanos, esta empresa debe asumir la bandera de la agroecología para superar la agricultura capitalista”.

Estas tres observaciones corresponden justamente con el planteamiento de Vía Campesina, movimiento social internacional, y su Declaración de Nyéléni, que define la Soberanía Alimentaría como “el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, accesibles, producidos de forma sostenible y ecológica, y su derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo. Esto pone a aquellos que producen, distribuyen y consumen alimentos en el corazón de los sistemas y políticas alimentarías, por encima de las exigencias de los mercados y de las empresas. Defiende los intereses de, e incluye a, las futuras generaciones”.

La Soberanía Alimentaría desde la Agroecología

Algunos dirán que la agroindustria nacional, en manos del Estado -es decir, en manos del pueblo- está en condiciones para producir masivamente, con el uso de insumos aplicados en masa para el bien de las masas. Y claro, la producción de cantidades abundantes de alimentos para satisfacer las necesidades del pueblo no es solamente importante, es un deber que tiene el Estado como consecuencia de la Constitución Bolivariana de 1999, elaborada y aprobada por el pueblo. El debate no es sobre producir o no. El debate es sobre la consolidación de un proyecto productivo -y a consecuencia, político- para el largo plazo, es decir, para esta generación y las que vendrán. De allí la importancia de las llamadas que proveen del campo, las que han exigido la agroecología como base del nuevo modelo productivo.

El agroecólogo Stephen Gliessman ha demostrado repetida y rotundamente que el modelo de producción agrícola convencional no aporta a la producción a largo plazo. Según Gliessman: “Son muchas las formas que la agricultura convencional [Ver: Revolución Verde] perjudica la productividad futura. Los recursos agrícolas como el suelo, el agua y la diversidad genética han sido usados excesivamente y degradados, los procesos ecológicos globales sobre los que depende la agricultura han sido alterados y las condiciones sociales que permiten la conservación de los recursos han sido debilitados y, en algunos casos, desmantelados”.

Franco Manrique, ex integrante de la Comisión de Soberanía Agroalimentaria del Congreso Fundacional del PSUV, señaló la importancia de la agroecología para este momento histórico y la oportunidad que representa los pasos tomados por el Gobernó Bolivariano: “ De lo que se trata es que definitivamente construyamos un modelo agroecológico venezolano, sobre la base del principio constitucional de la sustentabilidad, la cual no es una cuestión solamente técnica, sino que demanda un alto compromiso revolucionario y la más alta voluntad política. La lógica de la ganancia genera una situación de insustentabilidad de los sistemas alimentarios… En este sentido la creación de AgroPatria, no debe ser solo la sustitución del dueño o patrón, debe ser el inicio de una gran movilización agraria nacional para lograr el tercer paso hacia la Soberanía Alimentaría: la conversión de modelos, partir de lo que tenemos y avanzar con firmeza hacia modelos agroecológicos socialistas”.

Asegurar el protagonismo de las organizaciones sociales del campo comprometidas con la Revolución Bolivariana -las mismas que han levantado la bandera de la agroecología como consecuencia de sus luchas y experiencias productivas- es vincular el interés material, político, cultural e ideológico a una vida digna en el campo con el Socialismo del Siglo XXI planteado por el presidente Chávez.

¿Y quién mejor preparado para llevar a cabo la consolidación de la soberanía alimentaría venezolano que los que han resistido y producido alimentos bajo las condiciones mas adversas desde que brotó la versión venezolana de la enfermedad holandesa (consecuencias dañinas a la producción nacional causada por los altos ingresos petroleros)? Ellos, y sus aliados sin tierra que han luchado y sacrificado tanto para conquistar un poco de tierra donde trabajar, son la llave para abrir la puerta a las potencialidades soberanas y libertarias del campo venezolano.


Fuente: http://www.resumenlatinoamericano.org/index.php?option=com_content&task=view&id=2387&Itemid=1〈=es

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