estábamos todos silenciosos.”
Buurman (cantante belga)
La comunidad mundial se reunió en Cancún para examinar nuestro futuro colectivo. La situación era urgente. Después de la debacle de Copenhague, el planeta no podía permitirse mucho más. Sin embargo, las negociaciones han dado un resultado escaso. Sí, hay un acuerdo, pero solamente sobre principios y promesas. No se logró llegar a acuerdos vinculantes ni a compromisos concretos sobre el financiamiento de los fondos necesarios.
No obstante, los países del Sur habían insistido en llegar a acuerdos vinculantes y compromisos concretos. En el momento en que tenía lugar la reunión Venezuela y Colombia se veían afectadas por fuertes inundaciones. Pero los EE.UU. y Europa han hecho todo lo posible para silenciar la voz de los países del Sur. Esto se comprueba en un documento secreto, filtrado por Wikileaks, al que Bruno Rodríguez, Ministro de Relaciones Exteriores de Cuba se refirió. Este documento revela cómo los EE.UU. y la Unión Europea intentaron imponer el llamado “Acuerdo de Copenhague”, con acuerdos mínimos. Países “recalcitrantes” del Sur, incluyendo Venezuela, Bolivia, Ecuador, Cuba y Nicaragua, debían ser “neutralizados, cooptados o marginados”. Para lograrlo se podría utilizar el arma de la Ayuda al Desarrollo. Connie Hedegaard, el comisario europeo para el clima señala en el documento: “es irónico que Europa sea un donante principal de estos países, mientras que por ejemplo Cuba está activamente tratando de persuadir a otros para que no firmen el acuerdo.”[1]
Dada la extrema importancia de esta reunión se podría esperar de los medios de comunicación que enfatizaran la urgencia del problema y que recordaran a los líderes políticos sus responsabilidades y que los apremiaran para alcanzar un acuerdo máximo. Sin embargo, vemos lo contrario. Los medios apaciguan la opinión pública con el mensaje de no tener expectativas demasiado altas. Y tienen éxito. Una encuesta reciente y extensa realizada en 26 países muestra que la preocupación no ha aumentado sino que ha disminuído. El año pasado el 61% de los encuestados consideraron el cambio climático un problema “muy grave”, ahora sólo el 53%.[2].
¿Ha Abandonado el establishment los intentos de salvar el clima? The Economist, tal vez la revista más influyente en el mundo y el portavoz de la élite económica, lo dice muy claro: “Las acciones a nivel mundial no detendrán el cambio climático. Entonces, la batalla contra el calentamiento global a niveles fácilmente tolerados ha terminado.” [ Global action is not going to stop climate change. The fight to limit global warming to easily tolerated levels is thus over.] (Sic) No debemos intentar detener el calentamiento global, el mundo simplemente debe buscar “cómo podemos vivir con el calentamiento”. Es probable que el mar suba de nivel un metro o dos. Tenemos que rendirnos ante la evidencia y prepararnos a construir diques, a mover decenas de millones de personas hasta lugares más altos, a adaptar la medicina a las enfermedades tropicales, etc. Mala suerte para los países del Sur: la mayoría de ellos serán los más afectados y además tienen menos recursos para prepararse. [3] Hay que tomar la expresión “Después de nosotros, el diluvio” al pie de la letra.
Esta lógica es una estupidez peligrosa. El calentamiento global no es un destino inevitable. La lucha mundial contra el calentamiento global, sin duda que es posible. Y que se puede combinar un desarrollo social alto con una huella ecológica baja lo demuestra un país como Cuba. Pero para alcanzarlo es necesario hacer una elección deliberada, es necesario tomar decisiones fundamentales. Y es aquí donde aprieta el zapato. The Economist por supuesto, nunca lo admitirá, pero esas decisiones no son posibles dentro de la lógica del capitalismo. Es lo que Susan George alguna vez dijo en el Foro Social Mundial 2001: “El capitalismo es como la famosa bicicleta, hay que seguir pedaleando o se cae. Y las empresas compiten para ver quién pedalea más rápidamente antes de estrellarse contra el muro.”[4]
Dentro de la lógica de la ganancia el calentamiento global parece imparable, pero dentro del calentamiento global quedan muchas oportunidades para hacer negocio. Empresas para construir diques y compañías de seguros tienen un futuro prometedor. Con el comercio de los derechos de emisión también se puede ganar mucho dinero. Y, por supuesto, la tecnología verde y el sector de la energía verde ofrecen posibilidades enormes. Nuestro Comisario Europeo para el Clima, Connie Hedegaard, sigue esa lógica. En el pasado, ella argumentó con “responsabilidad moral” la “supervivencia de la humanidad”. Recientemente, cambió la estrategia . “En última instancia los que mejoran la eficiencia energética y los que innovan ahorrarán más dinero. Los que no lo hacen correrán el riesgo de ser superados por la competencia china.”[5] Entonces, habrá que correr en bicicleta lo más rápido posible. El diario financiero The Financial Times observa finamente que sin duda los lobistas en Cancún difieren en algunos puntos con el Comisario de la UE, pero que al menos tienen que “admitir que ella trata de hablar su idioma”.[6]
La voluntad de sobrevivir es el más poderoso de todos los motivos humanos. ¿Cómo explicar que la lógica de la ganancia sea capaz de deshabilitar este instinto? ¿Cómo explicar que la preocupación de la opinión pública se ha reducido mientras que la situación se deteriora? En su último libro, Erich Fromm, ofrece una interesante explicación. Narra la notable experiencia de un filósofo famoso, Arthur Koestler. Un día el hombre se alojaba durante la guerra española en una cómoda villa de un amigo. Había noticias que las tropas de Franco avanzaban cada vez más. No cabía duda de que iban a llegar a la casa esa misma noche, y era muy probable que fuera ejecutado. Podía salvar su vida huyendo pero la noche era fría y húmeda y la casa estaba caliente y cómoda. Por lo tanto, permaneció en el lugar. Fue capturado y tuvo la suerte de que su vida se salvó porque después de varias semanas había periodistas que salieron en su defensa. Este es el mismo tipo de comportamiento que se ve con enfermos que prefieren correr el riesgo de morir antes de someterse a un examen médico que indicaría que necesitan una cirugía mayor.[7]
Esperemos que la humanidad colectiva sepa reactivar su instinto colectivo de supervivencia. Hay solo un planeta.
[1] ‘ US embassy cables: EU mutes criticism of US climate stance’, The Guardian 3/12/2010 , http://www.guardian.co.uk/world/us-embassy-cables-documents/249182.
[2] Financial Times, 3 de diciembre de 2010, p. 6.
[3] The Economist, 27 de noviembre de 2010, p. 79-82.
[4] http://www.tni.org/es/archives/act/1417.
[5] Financial Times, 1 de diciembre de 2010, p. 4.
[6] Ibid.
[7] E. Fromm, To have or to be?, Londres 1979, p. 20.
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