Colombia y Argentina son dos de los mercados de la minera Glencore más rentables, producto de la explotación de minas y cereales. Sin embargo, su operación no está exenta de conflictos, un asunto que inquieta a sindicatos y ONG.
Tras su salida a Bolsa, el pasado 24 de mayo, en los mercados de Londres y Hong Kong, el gigante suizo de las materias primas abre sus secretos financieros y estratégicos.
Prácticamente todo consumidor internacional compra algo a Glencore; directa o indirectamente, lo sepa o no, y sin importar realmente si pertenece a un país desarrollado o uno emergente.
El emporio de las materias primas de Zug opera una veintena de negocios en los cinco continentes, que van desde la explotación de plata, zinc o petróleo hasta la producción de maíz, soja, trigo o aceites vegetales.
En 2010, la facturación de Glencore sumó 140.000 millones de francos suizos.
Puesto el dato en contexto: las ventas de Glencore fueron 1,5 veces superiores a las de Nestlé; dos veces las de Novartis; y cinco veces mayores que las de ABB durante el mismo periodo.
Su decisión de no cotizar en Bolsa durante décadas otorgó a Glencore la comodidad de cobijar celosamente sus resultados financieros, estrategias y proyectos.
El pasado 24 de mayo las cosas cambiaron. Su incursión en los mercados de Londres y Hong Kong le obliga a desvelar sus cifras. Y en ellas, Latinoamérica se dibuja como un mercado rentable, pero no exento de problemas.
Cobertura continental
Glencore está presente en México, Argentina, Perú, Ecuador, Colombia, Chile, Paraguay, Bolivia y Brasil, según sus registros contables.
Argentina y Colombia son dos de sus principales mercados. Glencore confirmó a swissinfo.ch que es propietaria (desde 2005) del 100% de las acciones de Ar Zinc, una explotación minera de zinc y plata que se opera en Aguilar, Palapa y Rosario en Argentina.
Aguilar es la mina más importante, ya que es proveedora de alrededor del 70% de la producción de zinc de esta región, que se comercializa sobre todo en Brasil y Argentina.
Y en Moreno posee una de las plantaciones de girasol más grandes del mundo. Un negocio que conduce desde hace 14 años, y tierras donde también se produce trigo, cebada, maíz y soja, una parte de ellas “para la fabricación de biocombustibles”, detalla la compañía.
Los estados financieros de Glencore revelan que en 2010 la producción de cereales en Argentina sumó 177.582 millones de toneladas de insumos.
Colombia, carbón y conflictos
En Colombia la perspectiva financiera también es optimista. El grupo suizo adquirió Prodeco en 1995, compañía dedicada a la explotación de carbón, y que planea duplicar su producción de carbón entre 2010 y 2015.
En este país sudamericano opera también vía las empresas Consorcio Minero Unido (CMU) y Carbones de La Jagua (CDJ), ubicadas en el departamento del César, al norte colombiano. Minas que conjuntamente emplean a más de 2.000 personas.
Consultada sobre el tema, Glencore refiere a swissinfo.ch que la infraestructura existente en las minas Calenturitas y La Jagua permitirá al grupo, si se cumplen sus previsiones, pasar de una producción de 10 millones de toneladas de carbón en 2010, a 19,9 millones de toneladas en 2013, y finalmente, 20,7 millones de toneladas en 2015.
Este proyecto de expansión implicará inversiones del orden de los 2.500 millones de francos suizos, que se compensarán con los ingresos adicionales que permitirá una mayor producción.
No obstante, La Jagua es también sinónimo de riesgos sindicales. En 2010, dicha mina experimentó una huelga de cinco semanas por problemas que aún están vivos y que el sindicato Funtraenergética resume para swissinfo.ch de la siguiente manera: Glencore no ha cumplido con lo que ofreció.
De acuerdo con el sindicato encabezado por Joaquín Romero, Glencore ha intentado impedir la afiliación de trabajadores al organismo sindical a través de la oferta de una compensación económica (2.800 francos suizos), o vía el recorte de derechos adquiridos o a través del trato discriminatorio.
Negociaciones complejas
Glencore es plenamente consciente de la magnitud del problema y lo abordó con detalle en el prospecto de colocación que presentó a los mercados financieros antes de salir a Bolsa.
En dicho documento, de 1.637 páginas, el grupo suizo avizora tiempos complejos. Afirma que algunos de sus empleados están representados por uniones sindicales que manejan diversos convenios colectivos de trabajo.
Y es posible que Glencore no consiga renegociar satisfactoriamente los convenios colectivos que están por expirar y que estén en puerta negociaciones complejas y demandas de alzas salariales, refiere.
Sin dar rodeos acepta que se mantiene en el panorama la posibilidad de nuevas huelgas o divergencias que “tendrían un efecto negativo sobre el negocio de Glencore y sus resultados financieros” en esta zona.
Y en Bolivia, el Gobierno de Evo Morales ha manifestado que analiza la posibilidad de rescindir las concesiones que otorgó en el pasado a Glencore y a la canadiense Pan American Silver para la explotación de minas de planta, plomo, estaño y zinc. Una decisión que de concretizarse también vulneraría las cuentas del grupo.
Respetar principios OCDE
Para la ONG suiza Declaración de Berna, uno de los grandes problemas de Glencore ha sido su falta de respecto en el cumplimiento de los Principios de Operación de Multinacionales definidos por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
“Principios vinculados a la protección de los derechos humanos, transparencia en la publicación de la información, respeto medioambiental, claridad fiscal, protección a los consumidores y lucha contra la corrupción”, refiere la ONG en un análisis realizado sobre Glencore hace unos días.
La Declaración de Berna, presidida por Pierrette-Rohrbach, afirma que Glencore es reconocida en el espectro empresarial internacional por sus prácticas irresponsables.
Razón que le valió en 2008 el Public Eye Award, la antipresea entregada cada año por diversas ONG a las empresas internacionales menos comprometidas en términos sociales y medioambientales.
Declaración de Berna destaca también que Glencore ha estado implicada en numerosos escándalos en Sudáfrica, la antigua URSS, Irán e Irak; y fue identificada por el informe de la Comisión Volcker como un proveedor oculto del régimen de Saddam Hussein.
En Latinoamérica, en particular, Glencore ha sido criticada por violar los derechos humanos de países como Colombia o Perú.
Sobre el tema de la transparencia, Glencore conoce los alcances de sus acciones y ha dicho a sus inversionistas: En nuestra agenda de pendientes se combinan el conocimiento del mercado, el servicio y calidad de los productos que ofrecemos, así como la reputación que generamos. Sabemos que esto determinará con frecuencia si nos convertimos, o no, en el proveedor de algunos clientes.
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