Los enfoques sectoriales que se utilizan para orientar la gestión del agua sólo atienden al agua de calidad susceptible de ser captada, regulada, transportada, distribuida y facturada. Pero se olvidan del conjunto del agua libre y la ligada a los suelos y organismos, así como a la producción de los productos que consumimos. El trabajo que se resume en este artículo, sin embargo, cuantifica también estos flujos, presentando la primera estimación del agua virtual y de la huella hidrológica de la Comunidad de Madrid. Los resultados son sorprendentes: cada madrileño usa 4.566 litros de agua por persona y día, de los que sólo 523 son captados en la Comunidad.
De forma general, se define el agua virtual de un determinado producto como el volumen de agua dulce utilizada para obtenerlo y que finalmente no forma parte de dicho producto. Por ejemplo, un vaso de zumo de naranja supone nada menos que 170 litros de agua virtual. Por su parte, la huella hidrológica de una persona, empresa o territorio, es el volumen total de agua usada para producir los bienes y servicios consumidos por dicha persona, empresa o territorio.
La virtualidad se refiere al hecho de que, aunque el agua resulta necesaria para la fabricación de ciertas mercancías, no acaba formando parte de ellas. El carácter virtual reside además en que gran parte de esta agua no es sólo agua libre sino que también es agua ligada al suelo y a la vegetación o utilizada previamente en los procesos de elaboración de esos bienes o servicios.
Una estimación solvente del agua virtual y/o la huella hidrológica exige, pues, conocer en el territorio objeto de estudio, no sólo el agua libre (o azul), sino también el agua ligada (o verde). Por esta razón, se debe cuantificar la derivación del agua que recibe el territorio, mediante precipitación o aportaciones externas –hacia agua azul o hacia agua verde–, así como el gasto por evapotranspiración atribuible a las tierras de cultivo o con vegetación natural.
Igualmente se pone de relieve el montante de agua azul y sus destinos, identificando la destinada a procesos agrarios e industriales que operan en el territorio y al consumo de su población. La estimación del agua virtual y de la huella hidrológica establece, así, los requerimientos de agua de los productos consumidos, fabricados, importados y exportados en el territorio estudiado, entrando de lleno en el análisis de los procesos y de los flujos físicos que integran su metabolismo económico.
Unos consumos sorprendentes
Con las premisas señaladas, la huella hidrológica de la Comunidad de Madrid en 2005 ascendió a 9.705 hectómetros cúbicos, lo que supone 1.667 metros cúbicos por habitante y año. Este volumen por habitante se descompone a su vez en 191 m3 de agua utilizada en la Comunidad y 1.476 m3 de agua virtual adscrita a la obtención de los productos importados menos la correspondiente a los productos exportados. Si transformamos estas cantidades anuales en términos per cápita diarios, tenemos una huella total de 4.566 litros por habitante y día (523 litros por habitante y día utilizados en el territorio y 4.043 adscritos a la importación neta de productos de fuera de la Comunidad de Madrid).
Hay que tener en cuenta que las importaciones brutas de 13.193 hectómetros cúbicos de agua virtual multiplican por 12 veces el agua procedente del propio territorio de la Comunidad –con su correspondiente parte virtual– y estimada en este trabajo en 1.114 hectómetros cúbicos (sumando el componente urbano –en sentido amplio–, el industrial y el agrario). En efecto, el agua virtual añadida por los bienes y servicios generados en la propia Comunidad es relativamente modesta con relación a la importada, lo que lleva a que la importación de agua virtual destinada a Madrid multiplique por más de 10 a la generada en el propio territorio.
Por último, al combinar estas cifras con el montante de agua virtual asociada a las exportaciones de la Comunidad (4.601 hectómetros cúbicos), se obtiene un consumo final de agua total, o huella hidrológica, que asciende a 9.705 hectómetros cúbicos, esto es, casi 8 veces el agua utilizada en el interior del territorio. De esta cantidad, 9.217 hectómetros cúbicos podríamos calificarlos como huella hidrológica de origen agrario, 64 de origen industrial, y 423 procedentes del ámbito urbano y de servicios. El gran peso unitario que tiene el agua virtual en la agricultura y la alimentación, unido a la fuerte dependencia alimentaria de la Comunidad de Madrid, es clave a la hora de explicar los órdenes de magnitud comentados.
Los volúmenes de agua virtual que mueve Madrid son, por tanto, muy superiores a los del agua incorporada realmente en las mercancías consumidas, o captada y extraída en el propio territorio. Por ejemplo, en este sentido, el volumen de agua virtual importada multiplica por tres al agua recibida en forma de precipitación y por catorce a la derivada para riego y abastecimiento. Bien es cierto que casi la tercera parte de estas importaciones no tienen por destino último la Comunidad, sino que son reexportadas hacia otros territorios. Así, otra conclusión importante es la que destaca el lugar que ocupa la Madrid como enclave logístico redistribuidor de mercancías hacia otros territorios, que pasan por la industria y los servicios madrileños donde se les aportan dosis variables de elaboración, comercialización y transporte.
Desde un punto de vista temporal, y gracias a estimaciones previas sobre el metabolismo de la Comunidad a mediados de la década de los años ochenta, se observa un incremento notable tanto en las importaciones como en las exportaciones de agua virtual: las entradas (importaciones) se han incrementado en 2,2 veces, pasando de 5.806 hectómetros cúbicos en 1984 a 13.193 en 2005; mientras que las salidas (exportaciones) se han triplicado, pasando de 1.465 a 4.601. Este aspecto se explica, en parte, por la doble conjunción que se da de poseer una potente industria agroalimentaria y representar un notable centro logístico de redistribución hacia el resto de territorios.
Notas[1] Resumen del estudio: El agua virtual y la huella hidrológica en la Comunidad de Madrid. Autores: José Manuel Naredo (Coordinador), Óscar Carpintero, José Frías, Antonio Saa y José María Gascó. Dirección del estudio: Francisco Cubillo. Canal de Isabel II, Madrid, 2009.
Fuente: http://www.ecologistasenaccion.org/article19987.html
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