martes, 2 de agosto de 2011



Sobre vacas y linces


Ecologistas_02-08-2011

Dentro del amplio espectro de valores que defiende el ecologismo social (desarrollo sostenible, biodiversidad, consumo responsable…), en lo que respecta a la defensa de los animales existen varias líneas de actuación. La primera, centrada en animales silvestres, defiende el valor de las especies por la función que cumplen dentro de su medio natural, y no porque los animales sean individuos con valor por sí mismos, interesándose por especies en peligro de extinción tales como el lince ibérico o el águila imperial. La segunda línea de actuación se centra en defender a animales no silvestres, y consiste en proteger a aquellos animales que se considera están siendo explotados de manera innecesaria o cruel, en áreas como la tauromaquia, parques zoológicos etc.

Argumentos para defender a los animales

Compartimos con los demás animales un sistema nervioso, que nos dota de la capacidad para sentir. Esta capacidad ha sido seleccionada evolutivamente con el fin de evitar daños que puedan poner en peligro nuestra vida, además de para elegir lo que más nos favorezca. Todos los animales huimos del dolor y tendemos al placer, tenemos interés en vivir nuestra vida en libertad. A la hora de exigir respeto para los demás animales, al igual que hacemos cuando exigimos respeto para los humanos, no debemos fijarnos en características tales como su especie, o su tipo o grado de inteligencia.

Los animales somos sujetos conscientes de nuestras sensaciones, experimentamos nuestra vida como única, y la valoramos independientemente de la importancia que ésta tenga para otros. Cada uno de los seres con capacidad para sentir es un individuo con valor propio e inherente, que no debe ser considerado un medio para la satisfacción de otros.

Así, desde la óptica de la defensa de los intereses de los animales, a éstos se les debería considerar individuos con intereses propios, independientemente de lo numeroso del grupo al que pertenezcan y no deberíamos valorar más la vida de aquellos que pertenezcan a especies en peligro de extinción.

Extrapolando está visión a un ejemplo con humanos, veríamos inaceptable alarmarse más ante la muerte de un individuo perteneciente a una etnia minoritaria que ante la muerte de otro de un grupo muy numeroso. Consideramos que la vida de cada uno de ellos tiene el mismo valor, y debe ser respetado de la misma forma, sea cual sea su origen o el número de individuos que componen el grupo al que pertenece. En definitiva, un lince no sufre la pérdida de su vida más de lo que lo haría cualquier otro animal, como por ejemplo una gallina.

Clasificar a los animales por especies nos ayuda a comprender nuestro entorno. Sin embargo, la especie como tal ni sufre ni disfruta, sino que son los individuos que conforman este grupo quienes valoran su vida y se ven afectados por nuestras acciones. Considerar que los demás animales existen para cumplir una determinada función para la preservación de los ecosistemas que habitan, es una visión instrumental de los mismos, pues el valor de los ecosistemas radica en que en ellos se sustentan las vidas de los animales.

Por otra parte aquellos animales que no se encuentran en peligro de extinción, como los cerdos, las vacas, las truchas, los ratones o el resto de animales explotados de manera sistemática, son defendidos centrándose en cuestionar áreas de explotación muy concretas, como son los circos, los zoos, la experimentación con fines cosméticos, etc. No se cuestionan otras prácticas como la cría de animales para el consumo de carne, por considerar imposible su erradicación en el presente, dedicando así los esfuerzos a metas más realistas.

Interés en aumento

La atención que los grupos ecologistas están demostrando por la defensa de los intereses de los animales ha ido en aumento. Pero, si tratamos de conceder a los animales un reconocimiento de aquellas cualidades que les igualen a nosotras/os, es decir, si consideramos a los demás animales individuos cuya vida y libertad debe ser respetada, debemos cuestionar todas las áreas de explotación animal existentes por igual: la injusticia es considerar que los animales pueden ser utilizados por el mero hecho de ser diferentes (por no pertenecer a nuestra especie, por no tener el mismo tipo o grado de inteligencia que algunos humanos, etc.). Establecer áreas de explotación como más urgentes que otras, o exigir que se explote a los demás animales de manera humanitaria, o que se les sacrifique de manera indolora, ni cuestiona la explotación animal, basada en el estatus de propiedad de éstos, ni promueve la idea de que todos los animales son seres que merecen absoluto respeto, pudiendo erróneamente parecer que algunas prácticas o áreas de explotación son necesarias y por ello deben ser reguladas legalmente y no erradicadas.

Este hecho se puede ver reflejado, por ejemplo, cuando se justifica la ganadería extensiva como alternativa al trato que reciben los animales en granjas factorías, sin incluir el respeto por la vida de los animales que sí se reclama en campañas antitaurinas. Lo cierto es que un toro valora su vida y bienestar de la misma manera que lo hace una vaca: ni el toro quiere morir en una plaza, ni la vaca acabar siendo la cena de alguien. Defender la vida del toro y olvidarse de la vaca es una muestra de una defensa errónea de los animales, pues se sigue considerando a la vaca como un recurso para nuestros intereses.

Por último, recordar que desde una perspectiva ecologista, esta postura incluye un beneficio directo para el medio ambiente. El gasto energético y de recursos que supone convertir proteínas vegetales en animales es mucho mayor que si consumimos directamente esos productos vegetales. Cuando un novillo de engorde está listo para ir al matadero, habrá consumido más de 4.200 kilos de cereales y pesará alrededor de 470 kilos; es decir, sólo el 11% del pienso se transforma en carne de vaca, y el resto se quema como energía en el proceso metabólico, o se convierte en partes del animal que no se comen, como el pelo o los huesos. Además, está la contaminación que conlleva la cría de ganado.

Fuente: http://www.ecologistasenaccion.org/article17351.html

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