Este martes se inicio en Nueva York la Conferencia Mundial sobre el Calentamiento Global organizada por Naciones Unidas. Las perspectivas de lograr avances parecen ser escasas.
Esta conferencia es un preámbulo al encuentro de los G20, los países más poderosos del mundo, que también tratarán el problema del calentamiento global en Pittsburgh, en el estado norteamericano de Pensilvania. La idea es preparar el terreno para la gran conferencia sobre el clima que se celebrará en diciembre en la capital danesa de Copenhague, con la participación de más de cien países.
Mientras que China e India, dos de los principales emisores de gases que causan el efecto invernadero, han anunciado ambiciosos planes para contrarrestar el cambio climático, la posición de Estados Unidos continúa siendo una gran interrogante.
Parálisis política
Esto se debe a la “parálisis” que está viviendo el Congreso norteamericano, no sólo respecto a las metas para disminuir la emisión de gases que contribuyen al calentamiento de la Tierra, sino también sobre otros planes propuestos por la administración del actual presidente, Barack Obama, como la reforma del sistema bancario o de la salud.
Este último tema ha dominado los debates del mundo político en Estados Unidos, en detrimento de la gestión climática del país. El Senado vive además bajo la presión de poderosos lobbies empresariales que dificultan las iniciativas de cambio. Según el Centro de Integridad Pública (CPI), 770 empresas han contratado en los pasados meses a 2340 lobistas para presionar a senadores y congresistas en cuestiones relacionadas al cambio climático.
El equipo de Obama reconoce que el sistema político está frenando las propuestas del presidente, al ver cómo la reforma energética formulada por la Casa Blanca se encuentra atascada en el Congreso.
Humillación a la Clinton
Aún así, Obama insiste en que las medidas serán adoptadas, ya sea a través de la legislación, o, si el Senado se opone, mediante la intervención directa de la Agencia de Protección Medioambiental, en base a una antigua ley anticontaminación que se ha adaptado a los problemas actuales con las emisiones de carbono.
Sin embargo, se teme que Obama termine sufriendo la misma humillación que el antiguo presidente norteamericano Bill Clinton, quien aprobó los objetivos de Tokio en 1997, para unos días más tarde ver su iniciativa anulada por el Senado norteamericano, quien rechazó la iniciativa por 95 votos a cero.
La posición de Estados Unidos no es muy alentadora, y esto tiene efecto sobre China e India. Estas potencias asiáticas se niegan a asumir compromisos para disminuir la emisión de gases contaminantes, como las establecidas en el nuevo pacto climático que entraría en vigencia en el 2012. La razón es simple: ¿por qué esforzarse, si Estados Unidos se niega a unirse a las otras naciones industrializadas para frenar la polución? www.ecoportal.net
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