viernes, 20 de noviembre de 2009


Réquiem por los árboles
20-11-2009 Por Cristian Frers

Básicamente, el mercado considera que los árboles valen más muertos que vivos. Sin embargo, cuando se trata de detener el cambio climático, los bosques y las selvas del planeta son invaluables. Los bosques ayudan a mantener el equilibrio ecológico y la biodiversidad, limitan la erosión en las cuencas hidrográficas e influyen en las variaciones del tiempo y en el clima. Asimismo, abastecen a las comunidades rurales de diversos productos, como la madera, alimentos, combustible, forrajes, fibras o fertilizantes orgánicos.

Una de las mayores amenazas para la vida del hombre en la Tierra es la deforestación. Desnudar el planeta de sus bosques y de otros ecosistemas como de su suelo, tiene un efecto similar al de quemar la piel de un ser humano. Los bosques ayudan a mantener el equilibrio ecológico y la biodiversidad, limitan la erosión en las cuencas hidrográficas e influyen en las variaciones del tiempo y en el clima. Asimismo, abastecen a las comunidades rurales de diversos productos, como la madera, alimentos, combustible, forrajes, fibras o fertilizantes orgánicos.

Es muy importante que se entienda que el cuidado de los bosques y selvas es necesario a nivel mundial, ya que los árboles constituyen una reserva natural para los diferentes ecosistemas que los pueblan y para los millones de personas en el mundo que viven de sus recursos. Asimismo, evitan que se emitan a la atmósfera cantidades excesivas de dióxido de carbono. Conociendo que este gas es el principal responsable del calentamiento global.

Sin embargo, lamentablemente, la acción humana está provocando una destrucción de los bosques y selvas sin precedentes en la historia humana.

Si bien las cuestiones relacionadas con los bosques y selvas son complejas, se reducen a un principio económico muy simple. Hoy en día, vale más que una compañía maderera o un agricultor limpien la selva que dejarla tranquila. No hay actualmente ningún ahorro económico en salvar a los árboles. Básicamente, el mercado considera que los árboles valen más muertos que vivos. Sin embargo, cuando se trata de detener el cambio climático, los bosques y las selvas del planeta son invaluables.

En muchas áreas el proceso de deforestación va acompañado de una mala gestión de las políticas territoriales, a menudo debido a la existencia de regímenes que no prestan demasiada atención al ambiente, pero que en cambio se muestran preocupados por satisfacer intereses particulares.

La deforestación global se ha acelerado dramáticamente en décadas recientes. Los bosques y selvas de América del Sur y del Sudeste de Asia están siendo cortados y quemados a una tasa alarmante para usos agrícolas, tanto en pequeña como en gran escala, desde enormes plantaciones de palmera aceitera hasta la agricultura de subsistencia.

La deforestación continuará en América Latina, afirmó la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación. En su último informe sobre la Situación de los Bosques en el Mundo, la FAO indicó que en Sudamérica el aumento de los precios de los alimentos y los combustibles hará que se talen más árboles para dedicar más terreno a los cultivos y la ganadería.

Nunca antes en América Latina y el Caribe se luchó tanto contra la deforestación como hoy. Pero la tala en la región aumentó hasta constituirse en la más alta del mundo.

De cada 100 hectáreas de bosque que se perdieron en el planeta entre 2000 y 2005, casi 65 correspondieron a esta área. En ese período, la tala registró un promedio anual de 4,7 millones de hectáreas, 249 mil hectáreas más que lo reportado entre 1990 y 2000.

La contención de la deforestación mundial sólo es posible mediante la creación y aplicación de leyes y políticas sostenibles que sean respetadas por todos los países.

En Argentina hemos logrado la aprobación de la famosa y tan esperada Ley de Bosques, pero necesitamos que su aplicación sea efectiva y real, es decir que sea respetada.

El problema de la deforestación, no es nuevo. Desde los albores del siglo XX hasta la actualidad, el país perdió dos tercios de la superficie de selva y bosques nativos originales, según la Dirección de Bosques de la Nación. Sólo en los últimos años, la deforestación superó las 200 mil hectáreas anuales, siendo la región chaqueña la de mayor reducción de cobertura forestal, señalan las estadísticas oficiales.

Un dato ilustra mejor que nada la magnitud del problema: en los últimos cinco años, la tala arrasó con 1,3 millón de hectáreas en el país, según la Unidad de Monitoreo del Sistema de Evaluación Forestal de la Dirección de Bosques, a partir de la lectura de fotos satelitales que aporta la Comisión Nacional de Actividades Espaciales.

La cifra indica que la tasa de deforestación de Argentina –que mide el porcentaje anual respecto de la superficie remanente– es seis veces más alta que el promedio mundial, elaborado por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma). Este organismo considera a la deforestación como una de las mayores amenazas para la vida del hombre en la Tierra.

En nuestros días, existe acuerdo en que, dado que la deforestación es el resultado de muchas acciones directas activadas por muchas causas fundamentales, la acción en un único frente difícilmente podrá resolver el problema. Son necesarios muchos esfuerzos para implantar una gestión forestal sostenible, equilibrando objetivos ambientales, sociales y económicos. Ciertos procedimientos y políticas nacionales son críticos. Dado que la deforestación puede generar tanto beneficios como costes, es importante estimar las ganancias y pérdidas en cada caso.

Algunas de las maneras de evitar la deforestación, sería:

1. Conservando los bosques y utilizándolos racionalmente, sin destruir las especies más valiosas y dejando que se regenere con sus propias semillas.

2. Para proveer leña y otros productos forestales, se debe sembrar árboles de rápido crecimiento, que se puedan aprovechar en pocos años.

3. Se puede plantar árboles entre los cultivos (Agrosilvicultura).

4. Utilizando los sistemas agroforestales, que son aquellos en los que se mantienen ciertas especies de árboles y se realiza un cultivo o ganadería asociado el campesino obtiene una renta sin destruir, de dos o más rubros diferentes preservando el ambiente.

Debemos repensar algunas cuestiones. Y la primera es la falta de conciencia respecto de la trascendencia económica y social de un apropiado uso de los recursos naturales, en particular de nuestros bosques y selvas, además de su valor natural. No es posible lograr un adecuado equilibrio entre las variables mencionadas, y con ello una apropiada sustentabilidad del desarrollo, si no se comprende que la realidad nos está indicando ya hace tiempo que son altamente conflictivas las decisiones y políticas sesgadas, y con visión a corto plazo.

No solo es necesario aportar soluciones sino también tomar conciencia de que la lucha contra la deforestación puede abrirnos oportunidades.

La esperanza de crear conciencia ecológica es un árbol que empieza a crecer. Miles de pájaros han perdido su hogar. Y sus cantos envuelven nostalgias de un tiempo saludable, de aire puro, de flores aromadas.

El paisaje verde de los países esta cambiando. Los montes naturales son perseguidos por el fuego y las motosierras. La deforestación masiva no solo les cortó a los pájaros la libertad de volar y les privó de vivir en su rama favorita, sino también esta dejando sin oxígeno al hombre. El panorama es desolador en algunos lugares, pero siempre las esperanzas renacen, cómo los arbustos que se niegan a morir, aún escuálidas, sus hojas a la vera del camino.www.ecoportal.net

Cristian Frers – Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social

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