La cuestión de la plausibilidad de los Organismos Modificados Genéticamente (OMG) en Venezuela ha dado mucho de qué hablar y ha creado una interesante no-discusión científica, política y social. Sobre todo a raíz de la negativa del Gobierno de aceptar los OMG en el país. Mas no se puede, ni se debe, seguir afrontando la cuestión de los transgénicos en Venezuela a través de meras “opiniones subjetivas” (positivas o negativas) de los mismos.
De hecho, se afronta a través de “creencias” el problema de los transgénicos cuando, en lugar de encararlos a través de un “conocimiento científico”, se toma el atajo de los “lugares comunes”. De hecho, la cuestión de los OMG es ligada así a aspectos tales como: “la erradicación del hambre en el mundo”, la “incidencia de alergias”, el “capitalismo salvaje”, la “ausencia de bancos de semilla”, la cuestión de la “biodiversidad”, etc.
En ese sentido se ha de notar que, en oposición a opiniones subjetivas, el conocimiento científico fundado en la investigación es la metodología para afrontar los transgénicos. Es sólo a partir de dicho método que se “podría” afrontar la cuestión de los OMG. Y cuando decimos “podría” se hace referencia a instituciones nacionales de larga carrera científica que, a pesar de poseer toda la tecnología necesaria y los recursos humanos capacitados para la producción de transgénicos, hasta ahora se han abstenido de hacerlo siendo consecuente con la política del gobierno.
En Venezuela, aparte de las técnicas convencionales de mejoramiento genético, se han desarrollado tecnologías alternativas mediante la utilización de métodos no convencionales que no implican la transgénesis. En dichas tecnologías se utiliza la caracterización molecular de la variabilidad genética, que siempre existe en la naturaleza, de los cultivares de interés agronómico. Esta información es luego utilizada por los mejoradores para acelerar el proceso de obtención de una variedad de plantas mejoradas.
En instituciones como, por ejemplo, el IDEA hasta hoy no sólo ha seguido cabalmente la política gubernamental en lo concerniente a la no-utilización de tecnología transgénica en el país, sino que además ha ido más allá, a través de la implementación de una tecnología innovadora que va en pro de la soberanía alimentaria del país. Se trata de la instauración de un laboratorio de detección y cuantificación de OMG. Este laboratorio está en la posibilidad de ofrecer servicio a nivel nacional con metodología molecular altamente sensible y específica.
El objetivo a corto plazo del laboratorio es precisamente el de colocar filtros tecnológicos que nos permitan detectar la entrada de OMG en el territorio. Dicho laboratorio está concebido para contribuir como un ente técnico-científico de referencia nacional en las evaluaciones de importación de potenciales organismos vivos modificados genéticamente (granos y semillas fundamentalmente), así como servir de apoyo en programas de evaluación de riesgo que requieran detectar la presencia y comportamiento de este tipo de organismos.
He aquí entonces una forma científica de afrontar la cuestión de los OMG en Venezuela, sin salir de las exigencias y cuadros específicos del gobierno en relación a los OMG y en pro de la soberanía alimentaria. He aquí una metodología certera que, más allá de toda “opinión subjetiva” sobre los OMG, busca soluciones científicas a las verdaderas prioridades agroalimentarias del país.
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